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viernes, 23 de octubre de 2015

D. MIGUEL DE MAÑARA por el Cardenal Jose María BUENO MONREAL


Para la segunda lectura del turno de vela del próximo mes de noviembre, puede ser una lectura muy acertada la que nos dejó escrita el Cardenal Jose María Bueno Monreal, q.e.p.d. en el libro "D. MIGUEL DE MAÑARA Apostol Seglar y Padre de Marginados" publicado en 1979 con ocasión del trescientos aniversario de la muerte de D. Miguel. Dicho escrito titulado: "Paralelismo de situaciones eclesiales en los tiempor de Mañara y los nuestros", del cual he seleccionado las páginas 136 y 137, desde el párrafo que comienza:    "La Hermandad de la Caridad existía....", y terminando con la frase "...,para convivir con los pobres, sus señores y hermanos". es decir, el final del penúltimo párrafo de la página 137.

El libro se publicó en mayo de 1979, falleció D. Miguel de Mañara y Vicentelo de Leca en Sevilla el día 9 de mayo de 1679, conmemorando dicha efeméride del tercer centenario con unas jornadas de espiritualidad y la publicación por parte de la Hermandad de la Santa Caridad de este libro, donde figuras destacadas de la época hablan de la figura del Siervo de Dios que fuera Hermano Mayor de dicha Hermandad y Fundador de su Hospital


El Arzobispo de Sevilla y Cardenal Jose María Bueno Monreal es uno de los que escriben quizás con más memoria fresca sobre D. Miguel, puesto que establece a pesar del tiempo pasado los paralelismos entre aquella época  y la contemporánea, colocando la figura de D. Miguel en una dimensión moderna y actual referente a la verdadera Caridad que el cristiano debe poner en acción.



En estos tiempos tan poco espirituales estas lecturas pueden de alguna forma apartar un poco la mirada de lo mundano y material para ver como desde luego la fuerza y amor que se desprende de una caridad plena otorga una gran satisfacción superior a la fugacidad de lo material.


Fabio Antonio Fernández Torres
Presidente del turno "Virgen de las Penas"
de la Adoración Nocturna Española
Málaga

jueves, 22 de octubre de 2015

VIGILIA DE NOVIEMBRE. Tema de Reflexión a tratar.

Celebración de todos los santos

Anunciaremos con antelación el día y hora de la vigilia de noviembre para el turno, en principio será el primer viernes de mes, el día 6 de noviembre a partir de las 20 horas en el Oratorio de las Penas. 
El tema de reflexión será el inicio de Los Mandamientos de la Iglesia, en el boletín "Velad y Orad" para dicha formación se encuentra y transcribo aquí, para adelantaros el contenido y el cuestionario, tratándose más profundamente los dos primeros mandamientos en esta reflexión, sera la parte primera:


Los mandamientos de la Iglesia.- I
La Santa Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo y guiada por el Espíritu Santo, tiene para todos los católicos, una gran misión que cumplir.
En su caminar: “va peregrinando en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciando la Cruz del Señor hasta que venga (cf. 1 Co 11,26). Está fortalecida, con la virtud del Señor resucitado, para triunfar con paciencia y caridad de todos los sufrimientos y dificultades, tanto internas como externas, y revelar en el mundo fielmente su misterio, aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en todo el esplendor al final de los tiempos” (Lumen gentium, n. 8).
La Iglesia, como una buena madre, cuida de nosotros y se preocupa de que vayamos siempre por el buen camino de los hijos de Dios en Cristo Jesús. En el cumplimiento de la misión que le encomendó su Fundador, Nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia ha establecido cinco mandamientos más generales que todos los fieles cristianos debemos acoger con agradecimiento y docilidad.
La Iglesia nos da estos preceptos para ayudarnos en nuestro caminar por la tierra hasta llegar al Cielo. Viviéndolos, tendremos fuerza para andar este camino con alegría y con paz, y en compañía de Jesucristo. Y, si los vivimos con amor y constancia, llegaremos a darnos cuenta de la cercanía de Jesucristo en nuestras almas, y tendremos la alegría de ver que Cristo vive y camina en y con nosotros, mientras caminamos y vivimos con Él, en Él.
Éstos son los cinco mandamientos que vamos a considerar:
El primero, oír Misa entera todo los domingos y fiestas de guardar.
El segundo, confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar.
El tercero, comulgar por Pascua Florida.
El cuarto, ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.
El quinto, ayudar a la Iglesia en sus necesidades.
A veces nos podemos preguntar si estos preceptos son obligatorios en conciencia. El Catecismo de la Iglesia nos da la respuesta: “El carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo” (n. 2045).

En el primer mandamiento, la Iglesia nos indica que hemos de santificar todos los Domingos y las grandes fiestas, días que se llaman de precepto. ¿Cómo lo hacemos? Así nos lo señala el Catecismo:
«(Este mandamiento) exige a los fieles que santifiquen el día en el cual se conmemora la Resurrección del Señor y las fiestas litúrgicas principales en honor de los misterios del Señor, de la Santísima Virgen María y de los santos, en primer lugar participando en la celebración eucarística en la que se congrega la comunidad cristiana y descansando de aquellos trabajos y ocupaciones que puedan impedir esa santificación de esos días” (n. 2042)
Nos da estas indicaciones para que vivamos el Día del Señor: uniéndonos a la vida de Cristo en la Santa Misa, y vivirla con nuestros hermanos de la parroquia; y que, después, fortalecidos por la Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, vivamos el domingo dando paz, sirviendo a los demás, haciendo obras de caridad; por ejemplo, visitando enfermos, atendiendo los deberes de familias, acompañando a personas que estén solas, etc.
En el segundo mandamiento, la Iglesia nos recuerda que debemos: “confesar los pecados mortales al menos una vez al año”, y así: “asegura la preparación a la Eucaristía mediante la recepción del sacramento de la Reconciliación, que continúa la obra de conversión y de perdón del Bautismo” (Catecismo, n. 2042).
El sacramento de la Reconciliación nos ayuda a entender que el principal enemigo de nuestra vida con Cristo es el pecado; es la ofensa a Dios, es el mal que nos hacemos a nosotros mismos cuando pecamos. ¿Qué mal, podemos pensar, si yo lo paso bien mientras peco? El pecado llena de oscuridad nuestra inteligencia y nuestro corazón, y nos disminuye la capacidad para discernir entre el bien y el mal, además de ser una grave ofensa a Dios. El peor daño que nos hace el pecado es acallar la voz de nuestra conciencia, que nos lleva a olvidarnos de Dios o a desconfiar de Él.
El perdón que Cristo nos da con las palabras y la bendición del sacerdote, nos hace más fuertes y decididos para superar las tentaciones de pecar, de desobedecer a Dios, de hacer mal a nuestros hermanos, tentaciones que tan a menudo nos encontramos en nuestra vida.
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Cuestionario

  • -¿Me preparo con devoción para la Misa del Domingo? ¿Animamos a nuestros hijos a venir a la Iglesia con nosotros? ¿Voy por amor, porque quiero de verdad, y no por simple obligación?
  • -¿Procuro servir con cariño a los enfermos, a los necesitados?
  • -¿He descubierto la alegría de confesarme con cierta frecuencia, y de ser perdonado por Nuestro Señor?

martes, 20 de octubre de 2015

MISIONEROS DE LA MISERICORDIA Y LA LÁMPARA DEL SANTUARIO

Durante los días 26 al 28 se celebra unas Jornadas de Formación de la Diócesis de Málaga con el lema de "MISIONEROS DE LA MISERICORDIA", reproduzco la carta que el Presidente del Consejo Diocesano me ha remitido para que la haga extensiva a los adoradores del turno, en ella podéis ver los días y hora de cada una de las interesantísimas jornadas de formación a cargo de grandes conocedores del aspecto de la Misericordia de la Iglesia.


En el último párrafo de la carta hace referencia a la revista "La Lámpara del Santuario" que en su cuarta etapa se ha vuelto a editar desde el Consejo Nacional de la A.N.E. en esta ocasión a través de un formato digital y que podrán recibir los adoradores que lo deseen. Adjunto a esta carta y como dice en el mismo párrafo nos remite una muestra de la revista nº 0 que a continuación transcribo:



Informaros también que aún falta por concretar el día de la celebración de la vigilia de nuestro turno, pues el actual Párroco, D. Felipe quiere hacer coincidir la Misa de la Hermandad de las Penas, con la Misa que se celebra con la vigilia, dice que después hará la Exposición del Santísimo, el turno de reflexión y detrás el turno de vela. Yo le hice ver que el lunes primero de cada mes es la idea que teníamos, pero el díce que mejor los primeros viernes de mes. Son las noticias que tengo y las cuales os doy a conocer aquí, cuando sepa más os informaré.
Si en unos días no tengo noticias, se entiende que será el primer viernes de mes. 

Fabio Fernández Torres
Presidente del turno "Virgen de las Penas"
Málaga.


domingo, 4 de octubre de 2015

LUNES 5 DE OCTUBRE a las 21 h., VIGILIA DEL TURNO "VIRGEN DE LAS PENAS"

LA VIGILIA SE CELEBRARÁ EL PRIMER LUNES DE CADA MES, EN ESTA OCASIÓN EL 5 DE OCTUBRE.

Para poder seguir disfrutando de la dirección espiritual del M.I. Rvdo. D. Federico Cortés Jiménez se ha cambiado la fecha habitual de celebración de las vigilias del turno, que anteriormente se celebraban los segundos viernes de cada mes a los primeros lunes de cada mes; como sabéis D. Federico ejerce su ministerio en otra parroquia de la Diócesis, la de Santa Teresa de Jesús de la Cala de Mijas y sigue la Dirección Espiritual del Consejo Diocesano de la A.N.E. cuyo gobierno del Consejo se reúnen los primeros lunes de cada mes presididos por  D. Federico, de forma que aprovecha el desplazamiento para presidir ambas citas.


La hora de la cita se mantiene igual a las 21 horas en el Oratorio Santa María Reina de la Hermandad de las Penas.
El tema de reflexión a tratar será "enterrar a los muertos" y una reflexión final sobre todas las obras de misericordias abordadas, las corporales y las espirituales. A continuación transcribo el tema para la reflexión que aparece en nuestro boletín de "Velad y Orad":

Las obras de misericordia.- IX
“Enterrar a los muertos”. La muerte de una persona conocida, de un amigo, es quizá el momento en que el corazón del hombre manifiesta con más trasparencia su bondad o su mezquindad. Y a la vez, unos instantes en los que tenemos una oportunidad única de manifestar nuestra Fe en la resurrección de la carne, y nuestra Esperanza en la vida eterna.
Desde los primeros vestigios de la civilización, los hombres han enterrado el cadáver de sus familiares, de sus seres queridos. Esto es un acto de piedad que surge de lo profundo del alma. Y los han enterrado, y los seguimos enterrando, no sencillamente para que no sean pasto de animales. Los dejamos en el cementerio para recordarlos siempre con cariño y poder visitar su tumba algunas veces; y sobre todo, porque creemos en la vida eterna, en la vida más allá de la muerte en la tierra, y en espera de la resurrección al final de los tiempos.
Más que en la acción física de preparar la tumba, de llevar unas flores al nicho donde dejamos el ataúd con el cadáver de una persona querida, de un amigo, esta obra de misericordia, a la que nos invita el Espíritu Santo, es la de participar en el entierro, en los preparativos de los funerales, con verdadera Fe y Esperanza en la vida eterna, en rezar con Fe y dejar el alma del difunto en las manos de la Misericordia de Dios. Y transmitir así nuestra Fe y nuestra Esperanza a los parientes más cercanos del difunto.
“Enterrar a los muertos”, además, nos habla de la necesidad de que nos ayudemos los unos a los otros a prepararnos a ese encuentro definitivo con el Señor, que es la muerte. Cuando ven cercana la hora final de su vida, las personas conscientes suelen dar las últimas disposiciones, aconsejar a sus hijos, a sus nietos, despedirse de alguna manera hasta “la vida eterna”. Nosotros podemos también ayudarles a prepararse ellos mismos, animándoles a hacer un buen acto de arrepentimiento, y vivir el Sacramento de Reconciliación para presentarse ante el Señor con un “corazón contrito y humillado”. Y si es posible, que reciban también al Señor que quiere acompañarles en el Sacramento de la Unción de los Enfermos, y en la Eucaristía, si se lo permite su estado.
“Polvo eres y en polvo te has de convertir”, recuerda el sacerdote el Miércoles de Ceniza al imponer la ceniza. Enterramos el cadáver o las cenizas, si se ha incinerado, en la fe y en la esperanza de su Resurrección. El hombre no queda reducido a “polvo”, y al enterrar a un muerto hemos de rezar por su eterno descanso en el Señor, y lo enterramos en un lugar conocido donde podamos hacerle una visita de vez en cuando, y rezar por él, y por las benditas ánimas del Purgatorio.



Reflexión final:
Hemos recordado que las obras de misericordia son cauces por los que fluyen las aguas de la caridad cristiana, que riegan todos los campos del vivir humano en la tierra. Son acciones de amor al prójimo que tienen sus raíces en los dones que el Espíritu Santo –el amor de Dios derramado en nuestros corazones- siembra en las almas en gracia, y dan fruto en la manifestación del amor de Dios a cada ser humano, que cada una de estas obras transmite a quienes las viven, y con quienes se viven.
Y son también el cauce para que, a través de los hombres, el amor de Dios llegue a todos los rincones de la sociedad, y haga posible que, cada uno a su manera, los cristianos ayuden a construir una sociedad más justa, más solidaria, más preocupada por las necesidades de los demás, menos egoísta.
Ya desde los primeros tiempos de la Iglesia, como testimonia Tertuliano, los paganos al ver el buen ejemplo de caridad que se daban los cristianos, decían de ellos: “Mirad cómo se aman”.
Abundan las proclamas pidiendo una sociedad más justa, más solidaria, más atenta a las necesidades de todos los que la forman; una sociedad menos egoísta, menos individualista, etc. Esas proclamas, si no van acompañadas por obras de caridad y de misericordia, se quedan en la letra del papel. La Fe sin obras es una Fe muerta.
Día a día, jornada a jornada, las obras de misericordia van haciendo crecer lazos de amistad, de comprensión, de cariño, de desinteresada preocupación por los demás, y van convirtiendo al cristiano en otro Cristo.
Viviendo las obras de misericordia, el cristiano está haciendo germinar en su alma la gracia divina, esa “cierta participación en la naturaleza divina”, que hemos recibido en el Bautismo, y que recibimos en todos los Sacramentos, y se identifica con Cristo, que ha dicho de Sí mismo: “No he venido a ser servido, sino a servir; y a dar mi vida en redención por muchos”.
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Cuestionario

  • - ¿Me preocupo verdaderamente de las necesidades que veo a mi alrededor, y en especial de ayudar a los demás a no ser egoístas y pensar sólo en sí mismos?
  • - ¿Rezo por el eterno descanso de las almas de los allí sepultados, cuando paso cerca de un cementerio?
  • - Cuando el servicio a los demás se hace más difícil y arduo, ¿me acuerdo de unir mis intenciones y mis oraciones, a la Cruz y a las oraciones de Cristo por todos nosotros?


Recordaros traer manual, boletín y emblema; también invitad a amigos y conocidos para que conozcan nuestra obra, necesitamos atraer nuevas vocaciones a la Adoración Nocturna.


Fabio Antonio Fernández Torres
Presidente del Turno 4º "Virgen de las Penas"
Málaga.

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