Nos siguen

viernes, 29 de enero de 2016

CARDENAL ANGEL HERRERA ORIA

El siervo de Dios Ángel Herrera Oria nació en Santander el 19 de diciembre de 1886 en el seno de una familia acomodada, e hizo el número trece de los quince hijos que tuvo el matrimonio: una mujer y catorce varones, cinco de ellos sacerdotes jesuitas y de éstos, varios misioneros. Vivió la infancia y la juventud a caballo entre Santander y Valladolid. Allí estudió, siempre en colegios religiosos. Tras cursar el bachillerato con los jesuitas -obteniendo el graduado con sobresaliente- cursó Derecho en la Universidad de Valladolid, primero y luego, en la de Deusto, siempre con excelentes calificaciones. Se doctoró y consiguió en 1907 el tercer puesto en las oposiciones al cuerpo de abogados del Estado, siendo su primer y único destino, la Delegación del Gobierno en Burgos.1947 – 1966 / Obispo de Málaga y Cardenal
Tras integrarse en la Congregación mariana de los Luises, que dirigía el padre Ángel Ayala SJ, para formar a jóvenes universitarios, participó en la fundación de la Asociación Católica de Propagandistas el 4 de noviembre de 1908. Un año después, el 3 de diciembre de 1909 se imponían las insignias a los primeros socios y don Ángel era nombrado primer presidente de la ACdP. Sí bien los propagandistas empezaron por participar en mítines por toda España en defensa de la fe, en los que destacaba por su oratoria Herrera, lo cierto es que su primera gran empresa fue erigir un gran periódico católico. Y lo consiguió el 1 de noviembre de 1911. De los 8.000 ejemplares de tirada que tenía El Debate de 1911 se pasó a 200.000 de 1931. Además, fundó en 1912 la Editorial Católica, propietaria de los diarios Ideal de Granada, El Ideal Gallego en La Coruña, Hoy de Badajoz, La Verdad de Murcia y el vespertino Ya; las revista Jeromín (Infantil) y la agencia Logos; y la primera escuela de Periodismo de nuestro país: la Escuela de El Debate, precedente de las actuales facultades universitarias de Comunicación, cuyos cursos comenzaron a impartirse en 1926.
En 1931 promovió la creación de Acción Nacional, organización que presidió hasta poco después de las elecciones del 28 de junio, en la que esta formación política obtuvo un sonoro fracaso. Le sucedió en la Presidencia otro propagandista destacado, José María Gil Robles, que modificó la denominación del partido a Acción Popular y que luego, participó en 1933 en la constitución de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA).
1933 – 1946 / Acción Católica, el CEU y el sacerdocio
En el año 1933 abandonó la dirección del periódico para hacerse cargo de la presidencia de la Junta Central de Acción Católica, periodo en el que también fundó el Centro de Estudios Universitarios (CEU) y los cursos del Colegio Cántabro de Santander. Se trata de un periodo muy breve, pero fructífero, en el que relanzó las Semanas Sociales de España, creó el Instituto Social Obrero, puso a andar la Casa del Consiliario, de la que salieron varios obispos, entre ellos, el cardenal Enrique y Tarancón. Apenas, dos años después, en 1935 cedía la presidencia de la ACdP a Fernando Martín-Sánchez y en 1936 abandonaba la Acción Católica para iniciar en la Universidad Católica de Friburgo los estudios que le conducirían a su ordenación sacerdotal el 28 de julio de 1940 en la Capilla del Seminario de San Carlos. El primer destino en el que desempeñó su magisterio fue la parroquia en la que fue bautizado: Santa Lucía, en Santander. Allí ejerció de coadjutor, fundando la barriada pesquera, la Escuela Obrera de Aprendices y la residencia sacerdotal de Maliaño y creando un pujante grupo de jóvenes. En 1944 estuvo detrás de la fundación de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).

El 3 de mayo de 1947 fue nombrado obispo de Málaga. Allí impulsaría la creación de más de 200 escuelas-capilla que contribuyeron a reducir de forma sustancial el elevado índice de analfabetismo existente en esta provincia; creó el patronato benéfico de viviendas Santa María de la Victoria, la barriada obrera San José de Carranque, la cooperativa de viviendas San Vicente de Paúl, la Asociación de Agricultores Pío XII y fomentó la formación de maestras rurales. Puso en marcha otra Escuela Social Sacerdotal y con el templo abarrotado, las homilías dominicales eran seguidas en directo gracias a las emisiones de Radio Nacional de España en Málaga. En 1949 es nombrado consiliario nacional de la ACdP, cargo que ocuparía hasta el año 1955. En 1951 inauguró el Colegio Mayor Universitario de San Pablo y fundó el Instituto Social León XIII, incorporado en 1964 a la Universidad Pontificia de Salamanca como Facultad de Filosofía y Letras, en un principio y desde 1971, de Ciencias Sociales. Años después, en 1955 intervino en la constitución del Centro de Estudios Sociales de la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y en 1958 se le eligió presidente de la Junta de Gobierno de la Editorial Católica, cesando en 1967. En 1960 inauguró la Escuela de Periodismo de la Iglesia y al año siguiente la Escuela de Ciudadanía Cristiana. En 1965, tras participar en el Concilio Vaticano II, fue creado cardenal de la Iglesia y un año después presentó su dimisión tras haber rebasado la edad límite de setenta y cinco años.
En 1968 englobó sus últimas iniciativas en la Fundación Pablo VI, incorporándole el Instituto Social León XIII, la Escuela de Ciudadanía Cristiana, el Colegio Mayor Pío XII, la Residencia Pío XI, la residencia sacerdotal, el Instituto de Cultura Popular y la Escuela de Periodismo de la Iglesia y poco después, el 28 de julio de 1968 falleció en Madrid. El 25 de enero de 1996 el Cardenal de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, firmó la introducción de la Causa de Beatificación y Canonización del Siervo de Dios y el 20 de noviembre de ese mismo año se celebró la apertura oficial y pública de la causa, siendo sus promotores el Obispado de Málaga, la Fundación Pablo VI y la Asociación Católica de Propagandistas-Fundación Universitaria San Pablo CEU. Tras ser instruida, el presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal-arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, presidió el 14 de diciembre de 2010 el acto solemne de cierre de la fase diocesana en la Universidad CEU San Pablo, instrucción a la que la Santa Sede otorgó validez jurídica mediante un decreto emitido en julio de 2012.

En el Palacio Espiscopal de Málaga se puede visitar la exposición dedicada al Cardenal, la biografía anterior está tomada de la Asociación Católica de Propagandistas y a continuación dejo unos enlaces muy interesantes, el primero de una homiía que pronunció el Cardenal, siendo obispo de Málaga en la Catedral Basílica de Málaga, y los dos siguientes un documental titulado "Un apostol en la vida pública" dividido en dos partes.

voz del Cardenal Herrera Oria, homilia en la Catedral de Málaga. Pincha aquí ****

Angel Herrera Oria un apostol en la vida pública (1) pincha aquí para ver el documental ****

Pincha aquí para ver la parte 2 del documental ****

Información de la exposición en el siguiente enlace:

información de la exposición sobre el Cardenal en Málaga

jueves, 28 de enero de 2016

Noticias del boletín "Velad y Orad" interesantes para nuestro turno "Virgen de las Penas"

En el boletín "Velad y Orad" editado por nuestro Consejo Diocesano aparecen noticias y fotografías relacionadas con nuestro turno.

En este número 537 del boletín aparece una portada en relación con la misericordia, en la editorial se insiste y hace hincapié en las obras de misericordia que el Papa nos exhorta
insistentemente a realizar todos los cristianos. Ya adentrados en el interior de este número aparecen la visita de Raúl Berzosa al Papa emérito Benedicto donde se hace alusión a las pinturas del Oratorio de las Penas, donde nuestro turno hace las vigilias como también se refleja en la pág. 17 de la publicación.


El boletín de 24 páginas y publicación mensual, aparece el turno de reflexión de las vigilias, es breve pero muy intenso en los artículos que se muestran, de muy interesante contenido, avisando de todos los actos y eventos interesantes para los adoradores de Málaga y su provincia, en este número y tras la advertencia del subencabezado sobre lo aparecido en la editorial, dando mucha importancia al Año Jubilar de la Misericordia y también exhortando a la acción a través de las obras de misericordia, que fue tema de reflexión durante las vigilias del año 2015 por los adoradores, nos recuerda que este mes comienza la
Cuaresma, preparación de la Pascua de Resurrección de Nuestro Señor. 
De la Cuaresma escribe nuestro Director Espiritual Rvdo. D. Federico Cortés Jiménez:  "es un tiempo señalado como un don, un regalo de Dios, que debemos acoger con alegría y con esperanza, de manera especial en este Año Jubilar de la Misericordia", nos pide que al presentarnos a recibir las cenizas este año lo hagamos con firme propósito de gozar, cómo si fuese la primera vez, encaminados a la Pascua del Señor que se nos hace presente.

El tema de reflexión ocupan la página ocho y nueve, ya tratamos, incluso publicamos el texto íntegro "Cuaresma: camino de conversión"


D. Sebastián Rivas Briales del turno 13 trata sobre el Sínodo de la Familia (1) donde aún sin tener el documento oficial del Sínodo de la Familia y aclarando que no se deben considerar las propuestas presentadas, ni siquiera las opiniones; si que nos da una visión actual de la familia, de la descristinización que aparece en la misma, la preocupación sobre la formación intelectual de los hijos sin tener en cuenta el conocimiento y la felicidad que da Dios. Así que alienta que desde la familia se conozca el Evangelio, para llegar a la felicidad de Dios.
D. Jose Luís Ruíz Pérez del turno 37 titula su artículo "La Misericordia de Dios", nos muestra la intensa y fuerte misericordia de Dios, el amor hacia todos sus hijos; nos muestra el auténtico corazón de Dios con la parábola que aparece en  Lc 15, 11-32 sobre el hijo pródigo.

En la página 6 aparece un artículo titulado "Benedicto XVI y un pintor malagueño", no es otro que nuestro extraordinario pintor Raúl Berzosa que visitó al Papa emérito para ofrecerle una obra que reflejaba el
momento de la renuncia al ministerio petrino. Puesto que el Papa mostró un gran interés en ver concluida la obra pictórica del Oratorio de las Penas, animando a su conclusión, en el año 2015 tras ver las láminas de parte de la obra. 
Benedicto XVI recibiendo la obra de Raúl Berzosa

Es una gran alegría para los adoradores del turno "Virgen de las Penas" que celebran sus vigilias en dicho Oratorio y donde contemplar la obra pictórica por si sola es una catequesis del amor de Dios y a la Santísima Virgen, coronada Reina en nuestros corazones, por extensión a todos los adoradores de nuestra ciudad y provincia les causa la misma alegría.




Otras noticias que aparecen, la Peregrinación a Guadix el próximo domingo 28 de febrero con motivo de un Jubileo de la Misericordia, donde acudirán varias diócesis. la Peregrinación a Fátima entre el 1 y el 4 de abril.
El Via-Crucis que organiza el Consejo en la Iglesia de San Juan los días 12,19 y 26 de febrero, tras finalizar la Misa de las 19 horas.
La meditación  que con motivo del Adviento se celebró el pasado mes de diciembre en la Parroquia de Fátima, donde el Muy Ilustre Rvdo, D. Federico Cortés Jiménez dio una conferencia sobre el significado del Adviento.

Como se señala en la página 12, la vigilia de nuestro turno se celebrará en el Oratorio Santa María Reina de la Hermandad de las Penas el próximo viernes 5 de febrero a partir de las 20 horas, donde se celebrará la Sagrada Eucaristía, estando presidida por el Párroco D. Felipe Reina y la asistencia también de los hermanos de dicha Cofradía que celebran la Misa de Hermandad. Tras la Misa se realizará el turno de reflexión y junta y después pasaremos al oratorio de nuevo para proseguir con la presentación de adoradores, el turno de vela, las preces expiatorias y las completas, en presencia de su Divina Majestad.
Hay que hacer un esfuerzo por parte de los adoradores en invitar a conocer nuestra obra a familiares, amigos y conocidos.

lunes, 25 de enero de 2016

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA.

El conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia es una tarea de dedicación y esforzado estudio para tener una visión clara de la misma y sin embargo es una de las claves para la evangelización de la fe de Nuestro Señor hoy día, en principio y para tener un acercamiento a la misma quiero partir de el entendimiento de la Justicia que debe inspirar a los cristianos usando palabras de nuestro Santo Juan Pablo II, a conticuación,  un resumen del compendio de la DSI para matizar el terreno y la ubicación de la misma. Conocer los principios de la DSI y saber que su base es siempre la Palabra, el Evangelio, el Amor, por eso en esta introducción incluyo los puntos 580 al 583 del compendio, que no es otra que la construcción de la civilización del amor. El amor entendido como el « amor social » se sitúa en las antípodas del egoísmo y del individualismo. En base a este compendio que se presentó ya hace algo más de un década, allá en octubre de 2004, todas las diócesis del mundo se guían por la misma. Empecemos adentrándonos con estas lecturas preeliminares para en diferentes artículos ir profundizando. Encomendémonos a la Santísima Virgen para ello.


LA JUSTICIA.
Los cristianos/as no pueden cruzarse de brazos esperando que la justicia caiga, por encanto, de las manos
de Dios. No es una lucha “Contra alguien” sino a favor de la mayoría de los pobres y sencillos del pueblo. Dios ilumina y fortalece a quienes se comprometen y dan la cara, a quienes tienen hambre y sed de justicia. El amor por el hombre y, en primer lugar, por el pobre, en el que la Iglesia ve a Cristo, se concreta en la promoción de la justicia… no se trata solamente de dar lo superfluo, sino de ayudar a pueblos enteros —que están excluidos o marginados— a que entren en el círculo del desarrollo económico y humano. Esto será posible no sólo utilizando lo superfluo que nuestro mundo produce en abundancia, sino cambiando sobre todo los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad. Juan Pablo II.

¿QUÉ ES LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA?  ¿Qué es la DSI? La DSI es un patrimonio de enseñanzas que se organizan sistemáticamente: es un cuerpo de enseñanza elaborada en el seno de la Iglesia, como respuesta histórica a los problemas económicos y sociales. Esta enseñanza se presenta en documentos de diverso rango: encíclicas, exhortaciones apostólicas, radiomensajes, cartas apostólicas, pastorales. Este patrimonio eclesial de pensamiento y acción se ha ido organizando y reorganizando en los últimos años, a partir de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII (1891), bajo el nombre de “Enseñanza Social” o “Doctrina Social de la Iglesia”, como un conjunto de principios de reflexión de valoración permanente , criterios de juicio y orientaciones para la acción. La DSI abarca todos los campos en los que se desarrolla la convivencia humana, se extiende objetivamente al entero panorama de las realidades temporales que configuran y condicionan la vida de la persona humana dentro de la sociedad. La DSI hunde sus raíces en la misma Historia de Salvación. Los cristianos/as, que hoy asumen su compromiso social como consecuencia de su fe, saben que la práctica social pertenece de manera inseparable a la Historia del Pueblo de Dios; tiene sus raíces en la Palabra de Dios, en la predicación del Reino de Jesús, en la experiencia y testimonio de las primeras comunidades cristianas. 
La DSI tiene su fundamento en la dignidad de la persona humana, haciendo opción preferente por el pobre. La misión de Jesús y el ejemplo de su vida han dejado claro su compromiso con la dignidad y los derechos de la persona humana, las necesidades de los más débiles, los más necesitados, las víctimas de la injusticia. La DSI tiene un carácter dinámico e histórico. Esta exigencia del Reino y del seguimiento de Jesús se convierte en experiencia acumulada a lo largo de la historia, y muestra los diversos modos que tiene la comunidad para ir descubriendo cómo unir la fe y el compromiso social. La DSI es parte esencial de la evangelización. El mensaje social de la Iglesia sólo se hará creíble por el testimonio de las obras; enseñarlo es parte esencial de la fe y de a misión evangelizadora de la Iglesia. La DSI es especialmente para los católicos/as, aunque no sólo. A través de ella la Iglesia cumple su misión de ayudar a sus bautizados y a los/as que no siendo Doctrina Social de la Iglesia 6 católicos/as se identifican sin sus enseñanzas sociales, a iluminar los problemas sociales, económicos, políticos y culturales de cada época, en orden a transformarlos a la luz del Evangelio. La DSI más que una teoría se orienta a la acción. El mensaje social del Evangelio no debe considerarse como una teoría sino, por encima de todo, un fundamento y estímulo para la acción. Aunque es una disciplina académica, principalmente se orienta a la vida, está hecha para practicarla. Así lo han entendido, en el curso de los siglos, los hombres y mujeres de todas las clases sociales comprometidos individualmente y en organizaciones en diversas acciones a favor de los marginados/as. La DSI orienta la vocación de cada uno/a en la lucha por la justicia. No se queda en el enunciado de principios o en la interpretación de la sociedad sino que su fin es orientar la conducta de las personas como consecuencia del compromiso por la justicia, según la función, vocación y circunstancias de cada persona.

Los principios de la DSI:

  • Respetar la persona humana
  • Promover la familia
  • Proteger los derechos patrimoniales
  • Trabajar para el bien común
  • Observar el principio de subsidiariedad
  • Respetar el trabajo y al trabajador
  • Buscar paz y ocuparse de los pobres.
Jesucristo revela que « Dios es amor » (1 Jn 4,8) y nos enseña que « la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor. Así, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles ».66 Esta ley está llamada a convertirse en medida y regla última de todas las dinámicas conforme a las que se desarrollan las relaciones humanas. En síntesis, es el mismo misterio de Dios, el Amor trinitario, que funda el significado y el valor de la persona, de la sociabilidad y del actuar del hombre en el mundo, en cuanto que ha sido revelado y participado a la humanidad, por medio de Jesucristo, en su Espíritu. Punto 54 del compendio de la DSI., el que realizó el Pontificio Consejo de Justicia y Paz a Juan Pablo II.


580 La finalidad inmediata de la doctrina social es la de proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna del hombre. Entre estos principios, el de la solidaridad en cierta medida comprende todos los demás: éste constituye « uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política ».
Este principio está iluminado por el primado de la caridad « que es signo distintivo de los discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35) ». Jesús « nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor » 1219 (cf. Mt 22,40; Jn 15,12; Col 3,14; St 2,8). El comportamiento de la persona es plenamente humano cuando nace del amor, manifiesta el amor y está ordenado al amor. Esta verdad vale también en el ámbito social: es necesario que los cristianos sean testigos profundamente convencidos y sepan mostrar, con sus vidas, que el amor es la única fuerza (cf. 1 Co 12,31-14,1) que puede conducir a la perfección personal y social y mover la historia hacia el bien.
581 El amor debe estar presente y penetrar todas las relaciones sociales: especialmente aquellos que tienen el deber de proveer al bien de los pueblos « se afanen por conservar en sí mismos e inculcar en los demás, desde los más altos hasta los más humildes, la caridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que la ansiada solución se ha de esperar principalmente de la caridad, de la caridad cristiana entendemos, que compendia en sí toda la ley del Evangelio, y que, dispuesta en todo momento a entregarse por el bien de los demás, es el antídoto más seguro contra la insolvencia y el egoísmo del mundo ».Este amor puede ser llamado « caridad social »  o « caridad política »  y se debe extender a todo el género humano.El « amor social »  se sitúa en las antípodas del egoísmo y del individualismo: sin absolutizar la vida social, como sucede en las visiones horizontalistas que se quedan en una lectura exclusivamente sociológica, no se puede olvidar que el desarrollo integral de la persona y el crecimiento social se condicionan mutuamente. El egoísmo, por tanto, es el enemigo más deletéreo de una sociedad ordenada: la historia muestra la devastación que se produce en los corazones cuando el hombre no es capaz de reconocer otro valor y otra realidad efectiva que de los bienes materiales, cuya búsqueda obsesiva sofoca e impide su capacidad de entrega.
582 Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social —a nivel político, económico, cultural—, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción. Si la justicia « es de por sí apta para servir de “árbitro” entre los hombres en la recíproca repartición de los bienes objetivos según una medida adecuada, el amor en cambio, y solamente el amor (también ese amor benigno que llamamos “misericordia”), es capaz de restituir el hombre a sí mismo ».No se pueden regular las relaciones humanas únicamente con la medida de la justicia: « El cristiano sabe que el amor es el motivo por el cual Dios entra en relación con el hombre. Es también el amor lo que Él espera como respuesta del hombre. Por eso el amor es la forma más alta y más noble de relación de los seres humanos entre sí. El amor debe animar, pues, todos los ámbitos de la vida humana, extendiéndose igualmente al orden internacional. Sólo una humanidad en la que reine la “civilización del amor” podrá gozar de una paz auténtica y duradera ».En este sentido, el Magisterio recomienda encarecidamente la solidaridad porque está en condiciones de garantizar el bien común, en cuanto favorece el desarrollo integral de las personas: la caridad « te hace ver en el prójimo a ti mismo ».
583 Sólo la caridad puede cambiar completamente al hombre.Semejante cambio no significa anular la dimensión terrena en una espiritualidad desencarnada.Quien piensa conformarse a la virtud sobrenatural del amor sin tener en cuenta su correspondiente fundamento natural, que incluye los deberes de la justicia, se engaña a sí mismo: « La caridad representa el mayor mandamiento social. Respeta al otro y sus derechos. Exige la práctica de la justicia y es la única que nos hace capaces de ésta. Inspira una vida de entrega de sí mismo: “Quien intente guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará” (Lc 17,33) ». Pero la caridad tampoco se puede agotar en la dimensión terrena de las relaciones humanas y sociales, porque toda su eficacia deriva de la referencia a Dios: « En la tarde de esta vida, compareceré delante ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo... ».


domingo, 24 de enero de 2016

AMOR Y ALEGRÍA PARA EVANGELIZAR

Cristo se entrega al hombre por amor; en su bautizo en el Jordán así lo hizo, porque si bien Juan el Bautista bautizaba para que la conversión del hombre estuviera libre de pecados, en Jesús no se daba este hecho pues él estaba libre de toda falta, el Hijo de Dios, el hijo amado, en el que Dios como dice el evangelio de San Marcos se complace en él, viene con misión redentora, es el Mesías salvador. 
Jesús seguirá bautizando con el Espíritu, entregado a su amor pasa las calamidades del desierto y de Satanás,  conviviendo con animales salvajes, pero es atendido por los ángeles, y ninguna tentación le hace caer en esos cuarenta días que estuvo en el desierto. Una dura y sigilosa prueba de amor que hizo Cristo redentor superando todos los males que se le presentaban.
Con sus amados discípulos consiguió evangelizar en una ardua misión de propagar la Palabra y el Amor de Dios, superando todas las dificultades, incluso la propia y dolorosa Muerte que Dios hecho Hombre soportó incluso físicamente para redimir a todos los hombres, para hacerlos libres, para regalarles la Vida Eterna.
Sacrificio y Amor; eso mismo debemos todos los cristianos de llevar a los demás por amor y con verdadera fe, entendiendo y superando las calamidades de nuestro propio desierto en la vida terrenal y por supuesto sabiendo que esta tarea para ser coherentes en la fe de Cristo es  remar a contracorriente en este mundo.
No obstante, el gozo que se consigue en y con la fe es insuperable, refleja alegría y amor constantes en uno y para los demás, a pesar, reitero de los problemas, dificultades, males en general que sucedan en el camino.

Muy interesante el punto siete de la Carta Apostólica Porta Fidei del Papa Francisco y que aquí reproduzco:

Reiterar, como dice el Papa, la fe sólo crece y se fortalece creyendo, no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que abandonarse, en un in crecendo, en las manos de un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios.

No buscando la comodidad, ni la estabilidad siquiera, sino buscando al más necesitado, al más débil y estando a su lado ofreciendo la esperanza y volcado en que se abra a la Luz. No perder el tiempo con los que están embotados, condenando a los hermanos, usando la soberbia, alejándose de la verdadera fe aunque si debemos de atenderlos e indicarles el camino correcto que no es otro que la misericordia, el amor, y por otra parte el perdón y arrepentimiento de todo lo que nos separe de Dios, hallando el lugar donde todos estemos  en una misma mesa de santa comunión con el Padre Celestial.

Todos los que se adentran en esta misión evangelizadora, cada uno en su carisma, en su terreno, tienen en común el gozo, la alegría y el amor que Dios regala.

Fabio Antonio Fernández Torres
Jefe del turno "Virgen de las Penas"
Málaga.


sábado, 23 de enero de 2016

AGENTES EVANGELIZADORES HOY

Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y seria inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados donde el resto del pueblo fiel sea solo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en una llamada dirigida a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo,  no puede esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos "discípulos" y "misioneros", sino que somos siempre "discípulos misioneros"... ¿A qué esperamos?








viernes, 22 de enero de 2016

IGLESIA EN MISIÓN AL SERVICIO DE NUESTRO PUEBLO



  PLAN PASTORAL DE LA CONFERENCIA ESPISCOPAL ESPAÑOLA  PARA EL PERIODO 2016-2020           


(Resumen) La Conferencia Episcopal Española presenta su Plan Pastoral para el período 2016-2020, con el
                    
                     Emmo. y Rvdmo. Sr. D.
  
         Ricardo Blázquez Pérez.Presidente de la CEE
título “Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo”. El Plan Pastoral tiene su origen en la llamada de los últimos papas a renovar el espíritu misionero de la Iglesia y, de manera especial, en la invitación del Papa Francisco que propone inaugurar «una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría» (EG 1). Los obispos manifiestan su deseo de orientar el trabajo de la Conferencia Episcopal a favorecer la transformación misionera de las diócesis, parroquias y comunidades cristianas. Se trata de realizar una conversión misionera de la Iglesias en España y reavivar el ardor evangelizador de las comunidades, lo que exige una seria revisión y puesta a punto de la tarea de evangelización. De manera especial, se pide salir al encuentro de los cristianos practicantes, pero rutinarios y conformistas; del gran número de cristianos bautizados no practicantes, y del creciente número de conciudadanos que no han recibido el anuncio de Jesucristo, que viven al margen de la Iglesia de Dios sin el don de la fe. El Plan Pastoral realiza, en su primera parte, una descripción de la cultura dominante y de la mentalidad más extendida hoy en la sociedad. Entre esos rasgos se percibe la escasa valoración social de la religión, por la que personas, familias y grupos, y también instituciones públicas y políticas, prescinden de cualquier referencia religiosa por considerarla inútil e infundada. La aconfesionalidad del Estado se expresa como una secularización global de toda la sociedad. Predomina una cultura secularista que inspira espontáneamente el comportamiento de las personas y de las instituciones, que olvida al Dios Creador y a Jesucristo y oscurece la conciencia personal ante las cuestiones eternas. Al mismo tiempo se da una valoración absoluta de la propia libertad que lleva equivocadamente al convencimiento de que todo a lo que se aspira es justo. Desde esta clave se entiende que los deseos bastan para fundar verdaderos derechos. De hecho, los dos rasgos más decisivos y determinantes de esta nueva cultura parecen ser el subjetivismo y el relativismo. El hombre se ha convertido en la medida de todas las cosas y la realidad sólo tiene valor en función de si favorece o perjudica los intereses y anhelos particulares, resulta imposible comprender la universalidad y la estabilidad de las normas morales y de los modelos de comportamiento, y la conciencia moral se deforma profundamente. El único criterio moral decisivo es el propio interés. Pese a las dificultades, los obispos sostienen que todos los tiempos han sido difíciles para la evangelización y para la Iglesia por lo que no hay lugar para el miedo ni el desaliento. Se trata de convertir las dificultades en oportunidades para un mayor vigor apostólico. “Nos mueve –afirman- el amor de Dios, la obediencia al mandato del Señor y la solicitud por el bien de nuestros hermanos”. La situación descrita en la primera parte lleva a centrar las preocupaciones pastorales en los puntos principales de la misión de la Iglesia: el servicio directo a la fe y a la renovación de la vida cristiana mediante el anuncio de «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Cristo, muerto y resucitado» (EG 36). En la segunda parte del documento, el Plan propone aprovechar, del mejor modo posible, todas las posibilidades de los organismos de la Conferencia Episcopal y sus actividades para clarificar las necesidades pastorales de la Iglesia y descubrir las exigencias actuales de la evangelización en las Iglesias locales. Al mismo tiempo invita a cada diócesis, a realizar su propio plan de acción pastoral. El Plan Pastoral propone cinco etapas, una para cada año que agrupa y que daría comienzo con una jornada de ayuno y oración el próximo día 22 de enero, fecha próxima a la conversión de san Pablo, el gran evangelizador, para pedir a Dios su ayuda y disponer a todos los fieles a colaborar con todas las fuerzas en la gran tarea misionera. 

Para 2016 se prevé una reflexión, en todos los órganos de la Conferencia Episcopal, sobre las exigencias actuales de la evangelización de la Iglesia en España. Se trataría de propiciar reuniones y encuentros de reflexión para analizar las exigencias de la evangelización hoy: diagnóstico, contenidos, estructuras, actitudes, métodos, experiencias existentes, cambios necesarios, etc. El objetivo es poner los órganos y servicios de la Conferencia Episcopal en estado de revisión, conversión y misión en el 50º aniversario de su inauguración. Con este motivo se promoverá la celebración de un congreso internacional que profundice en las dimensiones teológica, canónica y pastoral de las conferencias episcopales. 

En 2017, se incidirá en la dimensión de comunión y corresponsabilidad al servicio de todos al servicio de la evangelización. Se trata de poner en estado de misión permanente a la Iglesia en España y de animar a las comunidades  cristianas y a todos los evangelizadores a que irradien con sus vidas en el mundo la alegría de Cristo. Al mismo tiempo, se busca proponer a todos, la vocación a la santidad en general y, oportunamente, la vocación específica al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada y al laicado cristiano.

 El anuncio de la Palabra de Dios estará en el centro del Plan Pastoral para 2018. Se pretende revisar las actitudes, comportamientos y actividades de la Iglesia en España en el anuncio de la Palabra y, al mismo tiempo, ofrecer propuestas adecuadas para la evangelización y el fortalecimiento de la fe. Esto se realiza mediante un mayor aprecio de la Palabra de Dios, la catequesis y la predicación. En este sentido, el Plan busca dar atención preferente a los agentes pastorales que están al servicio de la transmisión de la fe: sacerdotes, padres de familia, catequistas, misioneros, educadores, profesores cristianos y acompañarlos en su identidad cristiana, su formación adecuada, su espiritualidad específica y su compromiso eclesial. De manera especial se cuidará la pastoral familiar y la formación para el matrimonio. 

En 2019 el Plan Pastoral centra su atención en la celebración del Misterio cristiano para promover una participación de los fieles cristianos en las celebraciones litúrgicas más auténtica, fructuosa y activa. La revitalización del domingo será uno de los objetivos más importantes. 

El Plan Pastoral se cierra en 2020 con un año dedicado a la dimensión caritativa de la Iglesia. En él se busca reavivar en las comunidades cristianas el ejercicio de la caridad para atender las necesidades de los más pobres y renovar el espíritu de la acción caritativa y social de toda la Iglesia. En el plano formativo, el Plan Pastoral busca dar a conocer mejor la Doctrina Social de la Iglesia y, de manera especial, la encíclica Laudato si´. El objetivo es formar persona que puedan dar testimonio cristiano en el mundo y favorecer la transformación de la sociedad según el plan de Dios, a través de su compromiso personal, social y político. El último año de vigencia del Plan Pastoral se volvería al sentido global de la evangelización con la celebración de un gran encuentro eclesial a nivel nacional. 

Resumen documento OFICINA DE INFORMACIÓN prensa@conferenciaepiscopal.es www.conferenciaepiscopal.es C/ Añastro, 1 28033 MADRID Tel.: 913 439 600


jueves, 21 de enero de 2016

MEMORIAS CON ESPERANZA. Nuevo libro del Cardenal Fernando Sebastián Aguilar





“Memorias con esperanza”. Editada por Encuentro, esta obra autobiográfica repasa la intensa vida de una figura esencial en la historia de la Iglesia española, el cardenal Fernando Sebastián. 


En palabras del cardenal: «Los que hemos vivido a lo largo de estos años pasados tenemos la obligación de ayudar a los más jóvenes a conocer la compleja realidad de nuestra historia en toda su verdad. En nuestra sociedad hay demasiadas tensiones, demasiados rechazos, demasiadas exclusiones. Los españoles, desde la Ilustración, tenemos necesidad de aprender a convivir, necesitamos aceptarnos unos a otros, tal como somos. Tenemos detrás una gran historia y un gran patrimonio cultural que nos hace ser lo que somos. Tenemos que aprender a aceptarlo con gratitud, sin eximentes. Y desde este realismo podremos trabajar juntos para ser cada vez mejores. Para ello, si uno quiere cumplir sus obligaciones de cristiano y ciudadano, está obligado a manifestar y ofrecer su parte de verdad. Es mi caso. De esta reflexión y en respuesta a semejante obligación ha nacido este libro».
portada del libro



Un libro autobiográfico de lo vivido por el Cardenal Fernando Sebastián


BREVE BIOGRAFÍA:

Fernando Sebastián Aguilar (Calatayud, 1929) ingresó en la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María en 1945 y fue ordenado sacerdote en 1953. Hizo estudios de Teología en Roma y en Lovaina, obteniendo el doctorado en 1955. Desde 1956 hasta 1979 centró su actividad en el estudio y la enseñanza de la Teología Dogmática, primero en los centros de la Congregación Claretiana y a partir de 1967 en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, en donde fue Decano de la Facultad y Rector de la Universidad entre 1971 y 1979. En septiembre de 1979 fue consagrado Obispo de León. En 1982 fue elegido Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, permaneciendo en este cargo hasta 1988. En abril de este año fue nombrado Arzobispo Coadjuntor de Granada. En 1993 fue nombrado Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, sedes de las que es emérito desde julio de 2007. Ha sido también Vicepresidente de la Conferencia Episcopal entre 1993 y 1999, siendo elegido de nuevo para el cargo en el periodo 2002-2005. Ha participado en seis Asambleas del Sínodo de los Obispos. En 2001 la Universidad Pontificia de Salamanca le entregó la Medalla de Oro en reconocimiento a sus servicios como Catedrático, Decano, Rector y Gran Canciller. El papa Francisco le creó cardenal en el consistorio celebrado en Roma el 22 de febrero de 2014. 


  • Entre sus obras más importantes se encuentran:
La vida de perfección en la Iglesia (1962).
Secularización y vida religiosa (1964).
Vida consagrada (1965).
Comentarios al decreto conciliar «Perfectae caritatis» (1967).
Antropología y teología de la fe cristiana (1971).
Nueva evangelización (1989).
Escritos sobre la Iglesia y sobre el hombre (1991).
Nueva evangelización: Fe, cultura y política en la España de hoy. Encuentro. 1991.
La conciencia cristiana ante el terrorismo de ETA (1998).
La Verdad del Evangelio. Cartas a los españoles perplejos en materia de cristianismo (2001).
La Iniciación cristiana: once catequesis. Centro De Pastoral Liturgic. 2004.
Sembrando la palabra (2008).
Evangelizar. Encuentro. 2010.
Cartas desde la fe. Encuentro. 2011.
La fe que nos salva (2012).
María, madre de Jesús y madre nuestra (2013).
Memorias con esperanza. 2016.

Ha colaborado en numerosas obras teológicas y pastorales, y ha publicado muchos escritos pastorales en revistas y periódicos.

lunes, 18 de enero de 2016

TEMA DE REFLEXIÓN PARA LA VIGILIA DE FEBRERO DEL TURNO. LA CUARESMA.


Para una mayor preparación en el turno de reflexión que se desarrolla el viernes día 5 de febrero del presente proponemos desde este blog, la lectura, estudio y meditación del texto que se va a tratar, responder a las preguntas del cuestionario, si es posible ampliar conocimientos del propio texto. En esta ocasión y cerca del inicio de la cuaresma, éste será el tema. 

La Cuaresma del año 2016 tiene lugar del 10 de Febrero al 20 de Marzo. La Cuaresma es un periodo del tiempo litúrgico que comienza el Miércoles de Ceniza y finaliza el Domingo de Ramos.

La Cuaresma tiene cinco domingos más el Domingo de Ramos, en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón, son dominantes. No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico.


Reproducimos aquí el texto a tratar, el cual vendrá publicado en el boletín "Velad y Orad" correspondiente al mes de febrero y que edita el Consejo Diocesano.

Cuaresma. Camino de Conversión
“Misericordia, Señor, porque hemos pecado”
Desde el pasado miércoles de Ceniza hemos comenzado la Cuaresma, y la Iglesia nos invita, en este Año de la Misericordia, a acercarnos al Señor con espíritu contrito, con dolor de nuestros pecados, alimentando nuestros deseos de arrepentirnos y de pedir perdón al Señor, que muere en la Cruz por nosotros.
Los cuarenta días de Cuaresma traen a nuestra mirada los días de Jesús en el desierto y las tres tentaciones del diablo que quiso padecer, para enseñarnos a vencer todas las tentaciones de pecar, de alejarnos de Él, de ofenderle, que padecemos en nuestra vida. Conscientes de nuestro pecado, entendemos que la Cuaresma:
“Es un camino, es acompañar a Jesús que sube a Jerusalén, lugar del cumplimiento de su misterio de pasión, muerte y resurrección; nos recuerda que la vida cristiana es un “camino” que recorrer, que consiste no tanto en una ley que observar, sino la persona misma de Cristo, a la que hay que encontrar, acoger, seguir” (Benedicto XVI, Mensaje de Cuaresma 2011).
Contemplando a Cristo que padece y muere por nosotros, en el Amor que nos tiene, descubrimos que la Cuaresma es una camino de conversión, de una conversión que no es sólo cosa de un instante, de alguna luz fulgurante que nos invite a pensar de nuevo en el sentido de nuestra vida. La conversión es un camino que dura, en realidad, toda la vida.
El cristiano tiene delante de sí la posibilidad de convertir su vida, la perspectiva de su vida profesional, familiar, vital, espiritual desde un horizonte humano, a un horizonte humano-divino. Ésa es la conversión que nos lleva a abandonar el vida de pecado, y nos abre el camino para vivir siempre con Cristo, para vivir en santidad.
Esta conversión al anhelo de santidad no es sencillamente cambiar algunos hábitos contrarios a la doctrina del Señor que hayamos podido adquirir: dejar de hablar mal del prójimo; dejar prácticas sexuales contrarias a la moral; recomenzar o mejorar las prácticas de piedad que la Iglesia nos recomienda; dejar de mentir; dejar de robar, etc.
Todo eso será el fruto de la verdadera conversión que se da en la mente del cristiano, en su corazón y en el horizonte de su memoria, en la medida en que en su actuar se va dejando llevar, no sólo por las luces de su inteligencia, sino por las luces de la Fe, de la Esperanza, de la Caridad, que el Señor nos alcanza con su Muerte y su Resurrección.
“La conversión es cosa de un instante; la santificación es tarea para toda la vida. La semilla divina de la caridad, que Dios ha puesto en nuestras almas, aspira a crecer, a manifestarse en obras, a dar frutos que respondan en cada momento a lo que es agradable al Señor. Es indispensable por eso estar dispuestos a recomenzar, a reencontrar –en las nuevas situaciones de nuestra vida- la luz, el impulso de la primera conversión” (Josemaría Escrivá. Es Cristo que pasa. n. 58).
En el itinerario de la Cuaresma, para este recomenzar de cada día, la Iglesia nos invita a vivir: la oración, la limosna y el ayuno. Tres prácticas de piedad que asentarán en nuestro espíritu las raíces de una verdadera conversión.
La oración prepara el alma a descubrir en Cristo la luz de Dios; prepara la voluntad a amar en Cristo el Amor de Dios, y en el corazón de Cristo, amar al prójimo. La oración abre en nuestro espíritu el anhelo de vivir siempre en el Señor, el anhelo de la vida eterna. En la oración personal de cada uno de nosotros ante el Sagrario, podemos considerar con el Señor las escenas de su vida que la Iglesia nos invita a meditar en este tiempo de Cuaresma: las tentaciones en el desierto; el encuentro con la Samaritana; la curación del ciego de nacimiento, la Transfiguración en el monte Tabor, la resurrección de Lázaro, etc.
Meditando estos pasajes, descubriremos que las palabras de Cristo “no pasan”, viviremos con Él en “comunión” que nadie nos podrá quitar, y comprenderemos también que, abandonado el pecado, nos abrimos a la esperanza de la vida eterna.
La limosna abre el alma a las preocupaciones y a las necesidades de los demás, de nuestros familiares, de nuestros amigos, de nuestros conocidos; y nos mueve a compartir nuestro tiempo, nuestros bienes, sirviendo a los demás: “Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás: “Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él” (1 Cor 12, 26) (Papa Francisco. Mensaje de Cuaresma, 2015).
Con la limosna, nuestra caridad, que es amor de Dios, crecerá en el amor por el bien de los demás, por el bien espiritual de los demás, por su conversión a Cristo.
El ayuno, “que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa –y no sólo de lo superfluo- aprendemos a apartar la mirada de nuestro “yo”, para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos hermanos nuestros” (Benedicto XVI, Mensaje de Cuaresma 2011).
Y así nuestro corazón , que ha vivido con Cristo la Cruz, la Pasión, la Muerte, anhela el Cielo, la Vida eterna, en la esperanza de vivir con Cristo su Resurrección.
María nos ayudará a vivir en oración, limosna y ayuno estos días de Cuaresma; a arrepentirnos de nuestros pecados y acogernos a la Misericordia del Señor, que desde la Cruz nos perdona con todo su Amor. Ella es “auxilio de los cristianos”, y “refugio de los pecadores”; pidámosle con toda confianza que nos envíe al Espíritu Santo que fortalezca en nuestros corazones la decisión de caminar con paso firme y seguro, uniendo nuestros dolores y sufrimientos a la Cruz de Cristo, y nos alcance la gracia de vivir con Ella la alegría de Cristo Resucitado.
* * * * *
Cuestionario

  1. ¿Vivo con espíritu de reparación y de penitencia, el ayuno del Miércoles de Ceniza y del Viernes Santo?
  2. ¿Soy consciente de que si ofrezco al Señor mis sacrificios y mis dolores, le estoy ayudando a llevar la Cruz por nuestros pecados?
  3. ¿Acudo con especial devoción, en este tiempo de Cuaresma, a pedir perdón al Señor de mis faltas y pecados, en el Sacramento de la Reconciliación?

Una forma también de vivir la cuaresma la obtenemos del mensaje del Papa Francisco para la cuaresma:


Ser misericordiosos y agentes de misericordia:

Ayudados por el Espíritu Santo y bajo la intercesión maternal de la Virgen María, llevemos a Cristo a todos nuestros hermanos, no sólo con palabras sino con hechos concretos.
Saludando en la calle a conocidos y desconocidos, perdonando las ofensas, orando por nuestros enemigos, evitando los chismes y habladurías, compartiendo nuestros bienes con los demás y con toda la creatividad que el Señor nos inspire para recorrer este camino de cuaresma como verdaderos agentes de Misericordia y no olvidemos rezar por el Santo Padre, que es quien nos muestra el camino y nos da ejemplo para seguirlo.

HERRERA ORIA: SU TIEMPO Y SU OBRA. EXPOSICIÓN EN EL PALACIO ESPISCOPAL.



Hoy a las 13 horas se inauguró la Exposición sobre el Cardenal Herrera Oria en el Palacio Episcopal. 

La exposición recoge apuntes biográficos y sus obras educativas. Herrera Oria fundó y dirigió periódicos a través de la Editorial Católica --con cabeceras que se mantienen hoy en día--, impulsó la Acción Católica, la Biblioteca de Autores Cristianos, el Instituto León XIII, la Fundación Pablo VI en Madrid o el Patronato de Viviendas Santa María de la Victoria y las Escuelas-Capillas en Málaga, entre otras.   

Más información:
http://www.acdp.es/angel-herrera-oria/

Además, se dará a conocer la trayectoria y los nuevos desarrollos y proyectos del Centro de Estudios Universitarios (CEU) --fundado también por el cardenal-- en el sur de España.    Los paneles expositivos mostrarán diversos objetos personales, provenientes de Madrid y de Málaga, como sus atributos episcopales: anillo, cruz pectoral, báculo y mitra. Asimismo, se podrá ver diversos bustos de escultores como Santiago de Santiago. Un video sobre su vida completará los contenidos de la exposición.


Leer mas: http://www.europapress.es/andalucia/cultura-00621/noticia-palacio-episcopal-acogera-exposicion-cardenal-herrera-oria-20160114174208.html

sábado, 16 de enero de 2016

LA HOMILIA DE LA MISERICORDIA POR EL EXCMO. Y RVDMO. SR. D. JUAN JOSÉ ASENJO PELEGRINA ARZOBISPO DE SEVILLA


Homilía en la apertura del Año de la Misericordia en la Catedral de Sevilla

La misericordia del Señor llena la tierra. Estas palabras del salmo 32 servían como título a mi carta pastoral de comienzo de curso. Ellas constituyen el mejor resumen del Antiguo y del Nuevo Testamento y de la entera Historia de la Salvación. Con ellas como pórtico inauguramos en nuestra Archidiócesis el Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco por medio de la bula Misericordiae Vultus, con el lema “Misericordiosos como el Padre”

La misericordia es uno de los contenidos esenciales de la revelación cristiana y es también el tema central de las lecturas de este domingo III de Adviento, conocido como domingo Gaudete, en el que la liturgia, por boca del profeta Sofonías, nos invita a la alegría al considerar la grandeza de la misericordia de Dios, que cancela la condena del pueblo de Israel, perdona sus infidelidades y permite la vuelta del destierro de Babilonia.

También nosotros somos destinatarios de la misericordia de Dios, que nace en el seno de la Trinidad Santa, del Padre de las misericordias, el «Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera, y rico en clemencia»(Ex 34,6), que se apiada de la humanidad caída y en la plenitud de los tiempos nos envía a su Verbo, que voluntariamente se le ofrece para encarnarse por obra del Espíritu Santo y llevar a cabo la obra saludable de nuestra redención. Como nos dice el Papa en la bula, Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre,«rico de misericordia» (Ef 2,4). Jesús, a lo largo de su ministerio público, con su palabra, con sus gestos y signos manifiesta de manera definitiva la misericordia de Dios y su amor de Padre.

El rostro de Jesús rezuma piedad, misericordia y amor. Su persona no es otra cosa sino amor, un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Los milagros que realiza, sobre todo con los pecadores, los pobres, los excluidos, enfermos y endemoniados llevan consigo el marchamo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él está falto de compasión. Su misericordia y su compasión tienen su culmen en el Calvario, en el que se inmola libremente por toda la humanidad.

Siguiendo la estela de su Señor, la Iglesia debe ser la casa de la misericordia, del servicio gratuito, de la ayuda, del perdón y del amor. En la bula Misericordiae Vultus escribe el Papa una frase que ya se ha popularizado y que ninguno de nosotros deberíamos olvidar: “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”. Sí. La Iglesia nunca debe cansarse de ofrecer misericordia, estando siempre dispuesta a confortar y perdonar. Su misión prioritaria es ser signo y testimonio de la misericordia en todos los flancos de su vida. Todo en la acción pastoral de la Iglesia debe estar revestido de la ternura con que trata a sus hijos. Nada en su anuncio de Jesucristo y en su testimonio ante el mundo debe carecer de misericordia, hasta el punto de que la credibilidad de la Iglesia pasa a través del amor misericordioso y compasivo. El Papa reconoce con humildad que en el pasado, en ocasiones, nos hemos olvidado de caminar por las sendas de la misericordia. La celebración del Jubileo debe ser ocasión para pedir perdón a Dios por nuestras actitudes de prepotencia, por nuestras omisiones cainitas, por pasar de largo ante los dolores, urgencias y sufrimientos de nuestros hermanos.

Desde la experiencia del perdón de Dios, de sentirnos amados y perdonados en el sacramento de la penitencia, nos corresponde a nosotros ofrecer el perdón y la misericordia a nuestros hermanos, reconciliándonos entre nosotros, con nuestros familiares y amigos, rehaciendo relaciones rotas, mirándonos a los ojos, dándonos la mano, y restaurando la paz, la comunión y la concordia. Efectivamente, todos los hijos de la Iglesia hemos de vivir y sentir la experiencia de la misericordia. La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo, del que nosotros debemos participar viviendo la entrega y el servicio humilde, haciéndonos siervos y servidores de nuestros hermanos. Nuestras parroquias, comunidades, asociaciones, movimientos y hermandades deben ser oasis de misericordia. La vida de la Iglesia es auténtica y creíble cuando hace de la misericordia su razón de ser. La misericordia es su primera tarea. Ella está llamada a ser testigo veraz de la misericordia, viviéndola como el centro de la revelación de Jesucristo.

El Papa nos invita en el Año Santo a abrir el corazón a cuantos viven en las periferias existenciales, en situaciones de pobreza y sufrimiento, de los que son víctimas aquellos hombres y mujeres que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado por el egoísmo de tantos. Pienso en los enfermos, en los ancianos que viven solos, en los sin techo y, especialmente en los parados adultos y jóvenes, tan numerosos entre nosotros, para los que vamos a crear un centro de reinserción laboral, que quedará como hito o gesto visible del Jubileo.

En este Año los hijos de la Iglesia estamos llamados a curar las heridas físicas y morales que padecen tantos hermanos nuestros, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia, a curarlas con la solidaridad y la debida atención, a practicar las obras de misericordia corporales y espirituales, a compartir nuestros bienes con los necesitados, y no sólo lo que nos sobra, sino incluso aquello que juzgamos necesario. A ello nos ha invitado también Juan el Bautista en el Evangelio de hoy al señalarnos los caminos de la conversión para acoger al Mesías que nace de nuevo para la Iglesia y para el mundo en la ya cercana Navidad.

Todos los hijos de la Iglesia estamos llamados en este Jubileo a una conversión profunda y sincera, a volver a Dios, dispuesto siempre al perdón y a la misericordia que el Padre siempre derrocha con nosotros. Aprovechemos personal y comunitariamente los medios que se nos ofrecen para vivir intensamente este tiempo de gracia y de renovación espiritual. Dediquemos tiempo a la escucha orante de la Palabra, para contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida. Reconciliémonos con el Señor y con la Iglesia por medio de una buena confesión.

El Papa nos pide que situemos en el corazón del Jubileo el sacramento de la misericordia, el sacramento de la penitencia, del perdón y de la reconciliación con Dios y con los hermanos, haciendo todos los esfuerzos que estén en nuestra mano para recuperar este hermosísimo sacramento, de modo que ocupe el lugar que le corresponde en nuestra vida personal y comunitaria, como manantial de fidelidad y de santidad, como sacramento de la paz, de la alegría y del reencuentro con Dios, en el que experimentamos en carne propia la grandeza de la misericordia de Dios y la alegría que produce en el alma su perdón.

Peregrinemos a nuestra catedral, a las cuatro basílicas jubilares y a los dos santuarios señalados, que deberán facilitar a los fieles la recepción del sacramento del perdón. Crucemos la Puerta santa de la misericordia, puerta que no es otra que Jesucristo, pues Él mismo nos dice en el Evangelio de San Juan: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir y encontrará pastos” (Jn 10, 7-9).

Esto quiere decir que el fin último del Jubileo es el encuentro con Jesucristo, que trasforma nuestra vida, le da un nuevo sentido, una esperanza renovada, una alegría recrecida y rebosante y una sorprendente plenitud. Es la experiencia de los apóstoles, de Pablo, de la Samaritana, de Zaqueo, del Buen Ladrón, de los santos y de los millones de hombre y mujeres que a lo largo de la historia de la Iglesia se han encontrado con Jesús, pues como nos dice el papa Francisco en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, “la alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

El Jubileo nos invita a salir de la tibieza, la mediocridad y del aburguesamiento espiritual, y a restaurar la soberanía de Dios en nuestra vida, porque la primacía de Dios es plenitud de sentido y de alegría para la existencia humana, porque el hombre ha sido hecho para Dios y su corazón estará inquieto hasta que descanse en Él.

Os invito, pues, a poneros en camino al encuentro con el Señor en este Adviento y a lo largo de todo el año. Os invito a peregrinar individualmente o en grupo a las iglesias jubilares de acuerdo con el calendario previsto para los distintos sectores pastorales, abriendo nuestros corazones a la indulgencia jubilar. Con san Pablo os invito a dejaros reconciliar con Dios, que está siempre dispuesto, como en el caso del hijo pródigo, a acogernos, a recibirnos, a abrazarnos y a restaurar en nosotros la condición filial. Que el Jubileo sea para todos un acontecimiento de gracia y de intensa renovación espiritual. Que ninguno de nosotros echemos en saco roto la gracia de Dios que va a derramarse a raudales sobre nosotros en esta nueva Pascua, en este nuevo paso del Señor junto a nosotros, a la vera de nuestras vidas, para convertirlas, recrearlas y renovarlas. Que todos le abramos con generosidad las puertas de nuestros corazones y de nuestras vidas.

Intercede por nosotros la Santísima Virgen, en su título de los Reyes, que ha venido a nuestro encuentro en esta ocasión excepcional. Nadie como ella ha experimentado la misericordia de Dios, que se derrama sobre ella y la envuelve con su gracia en su concepción, en la anunciación y en su asunción a los cielos. En elMagnificat la Santísima Virgen, celebra la misericordia de Dios, que llega a sus fieles de generación en generación. Que ella, reina y madre de misericordia, como la invocamos en la Salve, nos ayude en nuestra conversión y nos conceda gozar de la alegría y el júbilo que son consustanciales al Jubileo que hoy iniciamos. Así sea.


Entrada destacada

VIGILIA DE ABRIL, Viernes 19 en el Oratorio de las Penas