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jueves, 27 de octubre de 2016

POSTRIMERÍAS Y VIDA ETERNA. Vigilia de noviembre del turno Virgen de las Penas.

La vigilia tendrá lugar en el Oratorio de la Hermandad de las Penas, el viernes 4 de noviembre del presente a partir de las 20 horas.A continuación transcribo el texto del boletín "velad y orad" nº 592, págs. 16-17,  que será el que sirva para la reflexión de esta vigilia de noviembre.

POSTRIMERÍAS Y VIDA ETERNA.

Estamos en el último mes del año litúrgico, y la Iglesia nos invita, una vez más, a elevar nuestra mirada a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; y al mirarle, pedirle la gracia de abrir la perspectiva  de nuestro caminar en la tierra y contemplar el horizonte de los días con la luz de  la Vida Eterna.  “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3). 
Esa perspectiva la resumimos en cuatro palabras: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria, que los cristianos conocemos con el nombre de Postrimerías.
Muerte. Nos conmovemos ante la muerte de una persona querida, de un familiar, de un amigo. Sabemos que ya no volveremos a verlos sobe la tierra, y, a la vez, sabemos que la vida del hombre no acaba en la muerte, que la vida del hombre no se cierra en el cementerio.
“El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras del perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última vez con una unción fortificante y le da a Cristo en el viático como alimento para el viaje” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1020).
No sabemos ni el día ni la hora en que el Señor nos llamará a su presencia. “Sabéis bien que el día del Señor llegará como ladrón de noche” (1 Tes 5, 2). Ante la muerte hemos de pedir la gracia de reaccionar con serenidad; de prepararnos al encuentro con Dios, recibiendo la Unción de los Enfermos. Nos recuerda san Pablo: “No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los que durmieron, para que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza” (1 Tes 4, 12-13). Y nuestra esperanza está en el amor que Dios nos tiene. Al crearnos, Dios soñó con nuestra salvación, con que un día pudiéramos verle cara a cara en el Cielo.: “Ésta es la voluntad de Dios: Que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”. 
Antes, y después de la muerte, el Juicio. Vemos nuestra vida delante de Dios. Nos daremos cuenta de lo poco que le hemos amado; del amor tan ligero con el que hemos servido a los demás; contemplaremos nuestras buenas acciones y nuestras malas obras.
Preparado con el Sacramento de la Unción de los Enfermos, el cristiano dispone su alma para vivir ese “gozo” del que habla san Josemaría: “¿No brilla en tu alma el deseo de que tu Padre-Dios se ponga contento cuando te tenga que juzgar?” (Camino, 746).
El juicio lleva consigo una sentencia,
Juicio final. Capilla Sixtina.
que el mismo Cristo nos anunció: “
Llega la hora en que cuantos están en los sepulcros oirán su voz y saldrán: los que han obrado el bien, para la resurrección de la vida, y los que han obrado el mal, para la resurrección del juicio” (Jn 5, 28-29).
“Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (…), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (…), bien para condenarse inmediatamente para siempre (…). (CIC n. 1022).
La Iglesia nos recuerda que, antes de poder recibir nuestra alma todo el amor de Dios, que es el Cielo: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo” (CIC n. 1030).
“La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados” (CIC n. 1031).
Infierno. El Papa Francisco nos recuerda su existencia en el Mensaje de Cuaresma de este año. Hablando de la necesidad de vivir las obras de misericordia corporales y espirituales, por el bien que hacen al alma para ver a Cristo en los demás, y crecer así en el amor a Dios, señala: “Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno.”
“Dios, que nos ha creado sin nosotros, no nos salvará sin nosotros”, nos dice san Agustín; y el Catecismo nos lo recuerda: 
“Salvo que elijamos libremente amarle, no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos (…) Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno” (CIC n. 1033). 
Cielo“Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Cor 2, 9) 
Dios nos ha creado “para que le conozcamos, le amemos, le sirvamos en esta tierra”, y podamos así vivir eternamente con Él en el cielo”. El Señor nos lo recuerda: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25, 34 ss). 
“Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven “tal cual es” (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Cor 13, 12; Ap 22, 4). (Catecismo, 1023).
Nuestro Señor Jesucristo, que quiere “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, quiere abrirnos a todos las puertas del Cielo; pero el hombre en uso de su libertad puede rechazar ese regalo de Dios, cerrar las puertas a la gracia y obstinarse en hacer el mal.
A la Virgen Santísima, Reina de Cielos y Tierra, le rogamos con toda confianza filial, que “ruegue por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, y prepare nuestra alma para vivir con Ella en el Cielo.

Cuestionario
1.- ¿Procuro vivir en amistad con Cristo, en gracia de Dios, muerto al pecado; y estar abierto al abrazo definitivo con Dios, que es la muerte que Dios quiere para nosotros?
2.- ¿Rezo por las almas del Purgatorio, y les pido que me ayuden a amar más al Señor, a lo largo de la jornada de cada día?
3.- ¿Me acuerdo alguna vez de las palabras del apóstol san Pablo: ”Ni ojo vio, ni oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman”? (1 Cor 2, 9).”


Para la vigilia será necesario traer el manual del adorador, en esta ocasión se usará el esquema III de tiempo ordinario, página 131 y sucesivas.

FIN DEL AÑO DE LA MISERICORDIA?

Un año Jubilar de la Misericordia que efectivamente concluye el próximo 20 de noviembre, durante la festividad de Jesucristo Rey del Universo y que el Papa Francisco clausurará en Roma.
La bula "Misericordiae Vultus" fue la que convocó dicho año Jubilar, intención del Papa para que todos tengan el bálsamo de la misericordia de Dios, y puedan gozar del presente en el Reino de Dios también presente.>>>Pincha aquí y lea la bula <<<

. “Eterna es su misericordia”: es el estribillo que acompaña cada verso del Salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios. 

Dicho esto, la misericordia que ha representado este año jubilar extraordinario, no debe concluir efectivamente nunca, sino que continúe eternamente su acción bondadosa, demostrando nuestra preocupación por el prójimo al que amamos con todo nuestra predisposición, y entrar en un cultura de la misericordia como he propuesto ya en varios artículos.  Quien la convocó así lo pedía: para siempre fuera una de las bases más importantes de los cristianos.

La falta de paz, la esclavitud, la exclusión, la pobreza, la persecución aún persisten en nuestro mundo, y somos responsables todos, no podemos permitir esta desolación, falta de esperanza y caridad entre los hombres;  para cambiarlo tenemos que empezar por ser misericordiosos, generosos, dialogantes, alegres, evangelizadores, predicar nuestra fe, la del amor y la vida eterna, la de la resurrección, comenzando por nuestro alrededor más inmediato, nuestra familia, amigos, conocidos, todo ello sin miedo, sin soberbia, siendo valientes, humildes, así  prodigará el amor y abatirá el odio.

La Iglesia Católica es una Iglesia viva de un Dios vivo, porque Dios está entre nosotros, y lo tenemos de cuerpo presente en el Sagrario, y a Dios lo adoramos porque es nuestro Creador,  junto a Él, es solo posible ahuyentar y alejar al demonio. 

No nos alejemos de la fe, perseveremos a diario, conociendo, leyendo, estudiando, en definitiva, formándonos para en la vida actuar con más firmeza el camino del Señor, y lo tenemos también presente con el Espíritu Santo que nos fortalece y nos cuida con energías renovadas en cada momento. La Trinidad Santa de nuestra fe, de nuestro único Dios nos lleva siempre al gozo y al amor de un Reino distinto, donde los soberanos somos todos sus hijos llenos de paz.

Con María Santísima tenemos un gran escudo contra las amenazas demoníacas que se nos presentan a diario; sólo recordar la dulzura y paz de la Madre de Dios nos inspira perseverancia en la Fe.


Sigamos usando la misericordia como fuente para alimentar a nuestro prójimo.


Este artículo lo escribe Fabio Antonio Fernández Torres, Presidente del turno Vigen de las Penas. ANE. Málaga.



martes, 25 de octubre de 2016

VIGILIA GENERAL DE DIFUNTOS.

El martes 1 de noviembre, el Consejo Diocesano de Málaga de ANE, organiza la VIGILIA GENERAL DE DIFUNTOS a partir de las 21,30 h. en la Parroquía de los Santos Mártires San Ciriaco y Santa Paula de Málaga, al cual pertenecemos.

Los adoradores del turno Virgen de las Penas participaremos de dicha vigilia que aplicaremos por las almas de todos nuestros hermanos adoradores de nuestra obra, así como por las almas de nuestros familiares y conocidos. Es necesario llevar el manual.

María Santísima de las Penas

Creemos, Señor, que estas realmente presente en la Eucaristía, y te adoramos, Jesucristo, Dios y hombre.
Y porque deseamos expresarte nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor y nuestro deseo de permanecer siempre contigo.
Venimos Señor, a tu presencia.

EL PERDÓN SINCERO A NUESTRO HERMANO EN EL SEÑOR.

Presentémonos al Señor con el perdón a nuestros hermanos, un perdón sincero, entregándole toda la confianza, mostrándonos humildes y arrepentidos de juzgar al que tenemos que amar, al prójimo, máxime cuando sin culpa, como Cristo Nuestro Señor, fue juzgado y condenado por los hombres. No seamos fariseos, de falso corazón, con argucias y gestos "cara a la galería" ocultando las imperfecciones, faltas y pecados que cometemos todos los mortales, seamos cargadores, cada uno, de nuestra cruz, con humildad y cada vez que caigamos, volver a levantarnos, seguir nuestro calvario personal, hablando con nuestro Padre Celestial y pidiéndole su auxilio y su gracia, amándole sobre todas las cosas, teniendo presente siempre a la Santísima Virgen que nos proporciona dulzura y amor a raudales.
Actuar con valentía, sin soberbia, humildes, estemos siempre, ¡siempre intentando conocer a Cristo!, ¿qué hizo Cristo en cualquier situación que se nos presenta?

Fabio Antonio Fernández Torres
Presidente del turno Virgen de las Penas de ANE
Málaga.


martes, 4 de octubre de 2016

VIGILIA DE OCTUBRE. Turno "Virgen de las Penas". 7/10/2016 a las 20 h.

El próximo 7 de febrero, viernes a las 20 horas comenzará precisamente con el rezo del Santo Rosario en el Oratorio de la Hermandad de las Penas la cita mensual de nuestro turno para celebrar la vigilia de este mes, a continuación pasaremos al turno de reflexión y se tratará el tema del Santo Rosario que reproduzco a continuación y que también hallaréis en el boletín de estos meses. 

Acordaros de invitar a familiares, amigos y conocidos para que acudan a conocer nuestra vigilia.

El Santo Rosario

“El mes de octubre está dedicado al Santo Rosario, singular oración contemplativa con la que, guiados por la Madre celestial del Señor, fijamos nuestra mirada en el rostro del Redentor, para ser configurados con su misterio de alegría, de luz, de dolor y de gloria” (Benedicto XVII, 5-X-2007)
“El Rosario de la Virgen María, difundido gradualmente en el segundo Milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad.”
“El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la Cristología. (…) En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor”(Juan Pablo II. Rosarium Virginis Mariae, n. 1).
Estas líneas del comienzo de la Carta Apostólica Rosario de la Virgen María, nos pueden servir de guía para nuestra meditación ante el Santísimo Sacramento en este mes de octubre. En compañía de la Virgen, y dirigiéndole las mismas palabras con las que le acogió su prima  Santa Isabel, vamos contemplando la vida de su Hijo Jesucristo. Y la contemplamos, pidiéndole a Santa María que nos enseñe a ver a Jesús con la mirada con la que Ella le contempló desde el nacimiento en Belén hasta su muerte en el Gólgota; con los ojos con los que Ella goza ahora ya de la visión eterna del rostro de Dios.
“El rezo del Santo Rosario, con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y amor, de adoración y reparación” (Josemaría Escrivá, Santo Rosario).
De fe, porque al contemplar los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos, reafirmamos nuestra fe en la humanidad santísima de Cristo que queda muy bien resumida, y muy bien expresada, en los veinte misterios que hoy componen el Santo Rosario: su infancia, el comienzo de su vida pública, su pasión y muerte; su resurrección y gloria en compañía del Espíritu Santo y la exaltación de la Virgen María.
De esperanza, porque de la mano de la Virgen estamos siempre unidos al amor de Dios, en todas las situaciones de nuestra vida cristiana: “Rosario bendito de María, dulce cadena que nos vuelve a unir con Dios, vínculo de amor que nos unes a los ángeles. Torre de salvación en los asaltos del infierno. Nosotros no te dejaremos jamás. Para ti será el último beso de la vida que se apaga. Y el último acento de nuestros labios será tu nombre suave, oh Reina del Rosario, Madre nuestra querida, Refugio de pecadores. Seas bendita en todas partes, hoy y siempre” (Juan Pablo II, 8-V-1983).
De caridad, porque con Ella aprendemos a amar como Cristo nos amó, y podremos vivir el “mandamiento nuevo”. Comentando la visitación de María a su prima santa Isabel, señala Benedicto XVI: “¿Qué impulsó a María, una joven, a afrontar aquel viaje? Sobre todo, ¿qué la llevó a olvidarse de sí misma, para pasar los tres primeros meses de su embarazo al servicio de su prima, necesitada de ayuda? La respuesta está escrita en un salmo: “Corro por el camino de tus mandamientos (Señor), pues tú mi corazón dilatas” (Sal 118, 32). El Espíritu Santo, que hizo presente al Hijo de Dios en la carne de María, ensanchó su corazón hasta la dimensión del de Dios y la impulsó por la senda de la caridad” (Benedicto XVI, 31-V-2007).
Y en este Año Jubilar de la Misericordia, el rezo del Santo Rosario será una luz que ilumine nuestros corazones para pedir perdón al Señor de nuestros pecados, que nos mueva a acudir al sacramento de la Reconciliación y a alimentarnos de la Eucaristía, en gracia de Dios, y recibirlo “con la pureza, humildad y devoción con que los recibió su Santísima Madre”. Hagamos nuestra, en este año, la sugerencia del Papa Francisco para un mes de mayo:
“Desearía recordar la importancia y la belleza de la oración del santo Rosario. Recitando el Avemaría, se nos conduce a contemplar los misterios de Jesús, a reflexionar sobre los momentos centrales de su vida, para que, como para María y san José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y acciones. Sería hermoso si, sobre todo en este mes de mayo, se recitara el santo rosario o alguna oración a la Virgen María juntos en familia, con los amigos, en la parroquia. La oración que se hace juntos es un momento precioso para hacer aún más sólida la vida familiar, la amistad. Aprendamos a rezar más en familia y como familia” (2-V-2013).

Cuestionario
1.- ¿Rezo con frecuencia el Santo Rosario, siguiendo el buen ejemplo que nos han dado tantos Papas y tantos santos y santas?
2.- ¿Animo a amigos, compañeros, familiares, a rezar alguna vez el Santo Rosario en alguna Ermita dedicada a la Santísima Virgen?
3.- ¿Medito en mi interior la escena de la vida de Jesús que contemplamos en cada misterio?

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