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sábado, 9 de agosto de 2014

Tema de reflexión para la próxima vigilia de Septiembre: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.


Aparece en el boletín Velad y Orad, número  521 de Agosto/Septiembre del 2014

¿Quiénes son los "Bienaventurados que tienen hambre y sed de justicia"? Quienes aman a Dios -Bien inmutable y eterno- sobre todas las personas y sobre todas las cosas, y desean que ellos y todos los hombres den  gloria a Dios en todas sus acciones. Quienes se alegran de la conversión de los pecadores, porque así los pecadores también podrán apreciar la misericordia y el amor de Dios. Quienes se gozan cuando el nombre de Dios es ensalzado, querido y venerado, porque saben que es ésa la verdadera justicia, y que en dar "gloria a Dios", adquiere la criatura su verdadera dignidad.

Quienes luchan para erradicar de la sociedad cualquier tipo de discriminación y de injusticias en el trato entre los ciudadanos, hombres o mujeres, defendiendo la libertad de todos dentro del respeto mutuo y del reconocimiento de la personalidad de cada uno.

Quienes anhelan cambiar leyes injustas que impiden que en la sociedad de los hombres reine una atmósfera de paz y de caridad, de solidaridad, que permiten la matanza de inocentes en el seno materno, que invitan a la destrucción de las familias, con divorcios y procedimientos acelerados para deshacer cualquier vínculo matrimonial. Quienes se esfuerzan por superar cualquier tipo de discriminación dentro de la sociedad, porque saben que todos los hombres somos hijos de Dios.

Quienes defienden y luchan  para que sea reconocido el derecho de los padres a la educación de sus hijos, y no permiten manipulaciones y adoctrinamientos en la formación humana, moral, religiosa de sus hijos, ni por parte del Estado, ni de ninguna otra institución civil o religiosa, en la que ellos no hayan confiado la educación de la familia.

Quienes luchan para que la Iglesia pueda anunciar libremente a Cristo en todos los lugares del mundo. Quienes se solidarizan con los marginados y desvinculados de la sociedad, por motivos ideológicos, de fortuna, de enfermedad, de religión, de sexo, etc.. Quienes defienden el derecho a nacer, a la vida, de los que se presentan al mundo con el síndrome Down o con cualquier otro tipo de discapacidad.

Hambre y sed de justicia es la que manifiestan todos los cristianos cuando tienen hambre de que Cristo sea conocido, amado, adorado. El cristiano sabe que Cristo es "el Camino, la Verdad y la Vida", y que la mejor obra de justicia y de caridad que puede hacer, es ayudar, con su palabra y el ejemplo de su vida, a que otras personas descubran también esta Verdad que ilumina al mundo y los hombres.

Cristo expresó su "hambre y sed de justicia", entre otros momentos, al recordar a los Apóstoles que "había venido a traer fuego (el fuego es figura del Espíritu Santo) a la tierra y ¿qué he de querer sino que se encienda?" (lc 12, 49). Al actuar movido "por el celo de la Casa del Padre", y expulsar a los mercaderes del templo (cfr. Jn 2, 17). Al prometernos que: "lo que pidiereis en mi nombre eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo" (jn 14, 13); y de otra manera muy particular cuando se hace uno con los "hambrientos, los sedientos, lo peregrinos, los desnudos, los enfermos, los encarcelados" (cfr. Mt. 35 y ss), y dice a sus discípulos: " En verdad o digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos, menores, a mi me lo hicisteis".

Esta bienaventuranza manifiesta claramente la acción de la caridad en el alma del cristiano. Caridad que le lleva a amar a Dios sobre todas las cosas, y a gozarse en que Cristo sea reconocido como Hijo de Dios hecho hombre, y ver que los hombres caminan en la verdad: "Me alegré mucho al encontrar entre tus hijos quienes viven según la verdad" (2Jn 4).

Cuestionario:

1. ¿Trabajo y animo a otros, para aunar esfuerzos y conseguir que en la sociedad sean promulgadas leyes en defensa de la vida, leyes que reconozcan la personalidad del concebido no nacido, leyes a favor de la familia y especialmente de las familias numerosas?

2. ¿Me preocupo de las situaciones de injusticia contra la vida, la familia, las personas, que están a mi alrededor?¿Hago discriminaciones con algún tipo de personas, negándoles las posibilidades de trabajar?

3. ¿Vivo la caridad con los más necesitados, especialmente con los discapacitados, los enfermos, los marginados, los emigrantes?

viernes, 8 de agosto de 2014

EL SIGNIFICADO RITUAL DEL DON DE LA PAZ EN LA MISA


EL SIGNIFICADO RITUAL DEL DON DE LA PAZ EN LA MISA
l. «La paz os dejo, mi paz os doy», 1 son las palabras con las que Jesús promete a
sus discípulos reunidos en el cenáculo, antes de afrontar la pasión, el don de la paz, para
infundirles la gozosa certeza de su presencia permanente. Después de su resurrección, el
Señor lleva a cabo su promesa presentándose en medio de ellos, en el lugar en el que se
encontraban por temor a los Judíos, diciendo: «[Paz a vosotros!»," La paz, fruto de la
Redención que Cristo ha traído al mundo con su muerte y resurrección, es el don que el
Resucitado sigue ofreciendo hoy a su Iglesia, reunida para la celebración de la
Eucaristía, de modo que pueda testimoniarla en la vida de cada día.
2. En la tradición litúrgica romana el signo de la paz, colocado antes de la
Comunión, tiene un significado teológico propio. Éste encuentra su punto de referencia
en la contemplación eucarística del misterio pascual- diversamente a como hacen otras
familias litúrgicas que se inspiran en el pasaje evangélico de Mateo (cf. Mt 5, 23) _
presentándose así como el "beso pascual" de Cristo resucitado presente en el altar.' Los
ritos que preparan a la comunión constituyen un conjunto bien articulado dentro del cual
cada elemento tiene su propio significado y contribuye al sentido del conjunto de la
secuencia ritual, que conduce a la participación sacramental en el misterio celebrado. El
signo de la paz, por tanto, se encuentra entre el Pater noster - al cual se une mediante el
embolismo que prepara al gesto de la paz - y la fracción del pan - durante la cual se
implora al Cordero de Dios que nos dé su paz -. Con este gesto, que «significa la paz, la
comunión y la caridad»," la Iglesia «implora la paz y la unidad para sí misma y para
toda la familia humana, y los fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua calidad,
antes de la comunión sacrarnentabx ' es decir, la comunión en el Cuerpo de Cristo
Señor.
1 Jn 14,27
2 Cf. Jn 20, 19-23.
3 Cf. MISSALE ROMAJ'WM ex decreto Ss. Concilii Tridentini restitutum summorum pontificum cura
recognitum, Editio typica, 1962, Ritus servandus, X, 3.
4 CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Instr.,
Redemptionis sacramentum, 25 marzo 2004, n. 71: AAS 96 (2004) 571.
5 MISSAlE ROMANUM, ex decreto sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani Il instauratum,
auctoritate Pauli Pp. VI promulgatum, Ioannis Pauli Pp. Il cura recognitum, editio typica tertia, diei 20
aprilis 2000, Typis Vaticanis, reimpressio emendata 2008, Ordenación General del Misal Romano, n. 82.
Cf. BENEDICTO XVI, Exhort. Aposl. post-siuod., Sacramentum caritatis, 22 febrero 2007, n. 49: AAS 99
(2007) 143.
\. En la Exhortación Apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis el Papa
Benedicto XVI había confiado a esta Congregación la tarea de considerar la
problemática referente al signo de la paz," con el fin de salvaguardar el valor sagrado de
la celebración eucarística y el sentido del misterio en el momento de la Comunión
sacramental: «La Eucaristía es por su naturaleza sacramento de paz. Esta dimensión del
Misterio eucarístico se expresa en la celebración litúrgica de manera específica con el
gesto de la paz. Se trata indudablemente de un signo de gran valor (cf. Jn 14, 27). En
nuestro tiempo, tan lleno de conflictos, este gesto adquiere, también desde el punto de
vista de la sensibilidad común, un relieve especial, ya que la Iglesia siente cada vez más
como tarea propia pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y para toda la
familia humana. [oo.] Por ello se comprende la intensidad con que se vive
frecuentemente el lito de la paz en la celebración litúrgica. A este propósito, sin
embargo, durante el Sínodo de los Obispos se ha visto la conveniencia de moderar este
gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la
asamblea precisamente antes de la Comunión. Sería bueno recordar que el alto valor del
gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a
la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanoso.i
..L El Papa Benedicto XVI, además de destacar el verdadero sentido del rito y del
signo de la paz, ponía en evidencia su gran valor como aportación de los cristianos, para
colmar, mediante su oración y testimonio, las angustias más profundas e inquietantes de
la humanidad contemporánea. Por esta razón, renovaba su invitación a cuidar este lito y
a llevar a cabo este signo litúrgico con sentido religioso y sobriedad.
:'l, El Dicasterio, en base a las disposiciones del Papa Benedicto XVI, se dirigió a
las Conferencias de los Obispos en mayo de 2008 pidiendo su parecer sobre si mantener
el signo de la paz antes de la Comunión, donde se encuentra ahora, o si cambiarlo a otro
momento, con el fin de mejorar la comprensión y el desarrollo de tal gesto. Tras una
profunda reflexión, se ha visto conveniente conservar en la liturgia romana el lito de la
paz en su puesto tradicional y no introducir cambios estructurales en el Misal Romano.
Se ofi:ecen a continuación algunas disposiciones prácticas para expresar mejor el
contenido del signo de la paz y para moderar los excesos, que suscitan confusión en la
asamblea litúrgica justo antes de la Comunión.
(), El tema tratado es importante. Si los fieles no comprenden y no demuestran
vivir, en sus gestos rituales, el significado correcto del rito de la paz, se debilita el
concepto cristiano de la paz y se ve afectada negativamente su misma fructuosa
participación en la Eucaristía. Por tanto, junto a las precedentes reflexiones, que pueden
constituir el núcleo de una oportuna catequesis al respecto, para la cual se ofrecerán
algunas líneas orientativas, se somete a la prudente consideración de las Conferencias
de los Obispos algunas sugerencias prácticas:
;1) Se aclara definitivamente que el rito de la paz alcanza ya su profundo significado
con la oración y el ofrecimiento de la paz en el contexto de la Eucaristía. El darse la
6 Cf. BENEDICTO XVI, Exhort. Apost., Sacramentum caritatls, 22 febrero 2007, n. 49, nota n. 150:
AAS 99 (2007) 143.
7 BENEDICTO XVI, Exhort, Apost., Sacramentum caritatis, 22 febrero 2007, n. 49: AAS 99 (2007)
143.
paz correctamente entre los participantes en la Misa enriquece su significado y
confiere expresividad al rito mismo. Por tanto, es totalmente legítimo afirmar que no
es necesario invitar "mecánicamente" a darse la paz. Si se prevé que tal intercambio
no se llevará a cabo adecuadamente por circunstancias concretas, o se retiene
pedagógicamente conveniente no realizarlo en determinadas ocasiones, se puede
omitir , e incluso, debe ser omitido. Se recuerda que la rúbrica del Misal dice:
"Deinde, pro opportunitate, diaconus, ve! sacerdos, sublungit: Offerte vobis
pacern'v'
h) En base a las presentes reflexiones, puede ser aconsejable que, con ocasión de la
publicación de la tercera edición típica del Misal Romano en el propio País, o
cuando se hagan nuevas ediciones del mismo, las Conferencias consideren si es
oportuno cambiar el modo de darse la paz establecido en su momento. Por ejemplo,
en aquellos lugares en los que se optó por gestos familiares y profanos del saludo,
tras la experiencia de estos años, se podrían sustituir por otros gestos más
apropiados.
e) De todos modos, será necesario que en el momento de darse la paz se eviten
algunos abusos tales como:
- La introducción de un "canto para la paz", inexistente en el Rito romano."
- Los desplazamientos de los fieles para intercambiarse la paz.
- El que el sacerdote abandone el altar para dar la paz a algunos fieles.
- Que en algunas circunstancias, como la solemnidad de Pascua o de Navidad, o
durante las celebraciones rituales, como el Bautismo, la Primera Comunión, la
Confirmación, el Matrimonio, las sagradas Órdenes, las Profesiones religiosas o
las Exequias, el darse la paz sea ocasión para felicitar o expresar condolencias
entre los presentes. 10
el) Se invita igualmente a todas la Conferencias de los Obispos a preparar
catequesis litúrgicas sobre el significado del rito de la paz en la liturgia romana y
sobre su correcto desarrollo en la celebración de la Santa Misa. A éste propósito, la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos acompaña la
presente Carta circular con algunas pistas orientativas.
7. La íntima relación entre !ex orandi y lex credendi debe obviamente extenderse a
la lex vivendi. Conseguir hoy un compromiso serio de los católicos de cara a la
construcción de un mundo más justo y pacífico implica una comprensión más profunda
del significado cristiano de la paz y de su expresión en la celebración litúrgica. Se
invita, pues, con insistencia a dar pasos eficaces en tal materia ya que de ello depende la
8 MISSALE ROMANUTvI,Ordo Missae, n. 128
9 En el Rito romano no está tradicionalmente previsto un canto para la paz porque se prevé un
tiempo brevísimo para dar la paz sólo a los más cercanos. El canto de la paz sugiere, por el contrario, un
tiempo mucho más amplio para el intercambio de la paz.
10 Cf. Ordenación General del Misal Romano, n. 82: «Conviene, sin embargo, que cada uno exprese
sobriamente la paz sólo a los que tiene más cerca»; n. 154: «El sacerdote puede dar la paz a los ministros,
pennaneciendo siempre dentro del presbiterio, para no alterar la celebración. Hágase del mismo modo si,
por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles»;
 CONGREGACIÓNPARAEL CULTO DIVINO y LA
DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Instr., Redemptionis sacramentum, 25 marzo 2004, n. 72: AAS 96
(2004) 572.
calidad de nuestra participación eucarística y el que nos veamos incluidos entre los que
merecen la gracia prometida en las bienaventuranzas a los que trabajan y construyen la
paz. I1
~'. Al finalizar estas consideraciones, se exhorta a los Obispos y, bajo su guía, a los
sacerdotes a considerar y profundizar en el significado espiritual del rito de la paz, tanto
en la celebración de la Santa Misa como en la propia formación litúrgica y espiritual o
en la oportuna catequesis a los fieles. Cristo es nuestra paz,12 la paz divina, anunciada
por los profetas y por los ángeles, y que Él ha traído al mundo con su misterio pascual.
Esta paz del Señor Resucitado es invocada, anunciada y difundida en la celebración,
también a través de un gesto humano elevado al ámbito sagrado.
El Santo Padre Francisco, el 7 de junio de 2014, ha aprobado y confirmado cuanto se
contiene en esta Carta circular, preparada por la Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos, y ha dispuesto Sil publicación.
En la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,
a 8de junio de 2014, en la solemnidad de Pentecostés.

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