En el artículo anterior podéis ver el tema de reflexión que se tratará este día. Recuerdo a todos los integrantes que podéis invitar a vuestras amistades para participar.
En la revista "Velad y Orad" correspondiente a este tiempo de Adviento y Navidad encontramos en su página 5 un texto del Director Espiritual de A.N.E. el Rvdo. D. Federico Cortés Jiménez, por todos conocidos por su gran conocimiento de Liturgia, amén de otras grandes cualidades, titulado "LA PLEGARIA DE LOS SALMOS" que por su riqueza vamos a difundir:
LA PLEGARIA DE LOS SALMOS
Las diferentes plegarias de la Liturgia de las Horas tienen, como elemento clave de su estructura, la plegaria de los salmos, a los que se unen también algunos cánticos, tanto del Antiguo Testamento, como del Nuevo Testamento. Concretamente hay tres en Laudes, tres en la Hora menor, tres en Vísperas, tres en el Oficio de Lectura y uno o dos en Completas. A través de estas plegarias, que han sido tan significativas para el pueblo de Israel y para la Iglesia a lo largo de los siglos, y que Jesús también rezó, se expresan multitud de sentimientos, y de anhelos, tanto personales como colectivos, que nos convidan a revivir todas las riquezas de la fe y de la vida.
A veces, estos sentimiento y anhelos se corresponderán con los que estemos experimentando personalmente en aquel momento, otras veces, en cambio, nuestros sentimientos personales no serán los de los salmos, pero es que nuestra plegaria nunca es sólo nuestra, sino que por nuestra bocas se expresan los sentimientos, y las viviencias de toda la comunidad, e incluso de la humanidad entera.
También hay que decir que, a veces, en los salmos vemos expresados sentimientos de luchas y enfrentamientos que se corresponden a la agitada vida del pueblo de Israel, y a la experiencia de Dios que este pueblo vivía, tan diferente a veces de la que nosotros hemos aprendido de Jesucristo. Será necesario, entonces, ser capaces de entender y rezar aquellos salmos como expresiones figuradas: los enemigos de los que se habla, por ejemplo, ya no son los pueblos vecinos o determinada gente con quien estemos enfrentados, sino otra clase de enemigos que nos frenan y nos impiden nuestra fidelidad cristiana, o que impiden también el camino de este mundo por convertir el mundo pleno de justicia y de amor que Dios quiere: o también, por qué no, los dolores y sufrimientos que a menudo cada uno de nosotros arrastramos.
Según, una antigua tradición, cada salmo se acaba con la invocación de alabanza a la Trinidad: Gloria al Padre y al Hijo....
Federico Cortés Jiménez, Director Espiritual de A.N.E.