El próximo viernes día 3 de marzo a partir de las 20 horas en el Oratorio de la Hermandad de Las Penas,
cuya titular mariana da nombre a nuestro turno de adoración eucarística nocturna, con el Santo Rosario tendrá lugar el inicio de nuestra jornada mensual de encuentro espiritual, tras el dicho rezo pasaremos a la junta del turno y a tratar el tema de reflexión que a continuación transcribimos para esta ocasión "La Iglesia (III), al finalizar pasaremos de nuevo al Oratorio para celebrar el rezo de las horas, presentación de adoradores ante el Santísimo, turno de vela, expiatorias, completas, rezo a la Santísima Virgen y Reserva.
El rezo del rosario lo compartiremos con fieles y cofrades de la propia hermandad de las Penas que lo celebran durante todo el año precisamente todos los viernes.
Las intenciones de esta vigilia será por nuestra Diócesis y por nuestro Obispo. Ofrecemos al Señor esta jornada de adoración, meditación y reflexión, rezos y oraciones para fortalecer a nuestra diócesis y a nuestro obispo y que su magisterio de muchos buenos frutos en nuestra iglesia.
Es tiempo de cuaresma y usaremos el manual por la página 353 del manual, recordar llevar el boletín Velad y Orad y el emblema para llevarlo durante la celebración.
"...
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija
..."
Fragmento del himno de la página 353 del manual.
Tema de Reflexión, marzo 2017
La Iglesia (III)
Quisiera partir de la relación íntima entre Iglesia universal, Iglesia local
y asamblea eucarística (o litúrgica en general), para ofrecer algunas reflexiones y
datos de cara a nuestra contemplación y aprendizaje sobre la Iglesia.
El principio de la Iglesia es la Iglesia una y católica, ella no nace de la suma de las
Iglesias locales, ni de las comunidades eucarísticas, como su unidad no es el fruto del
acuerdo o alianza entre comunidades locales o individuos. Pero toda comunidad local,
que acoge la fe, los sacramentos y la vida de la Iglesia universal, está llamada a llegar
a hacer presente y visible la gran Iglesia en un lugar y entre unas gentes concretas
(vid CEC 835; más ampliamente, 830-838). Y esto se visibiliza en la asamblea
eucarística congregada ante el altar y presidida por el sacerdote.
Iglesia y asamblea eucarística.
El concilio Vaticano II ha destacado ampliamente esta relación entre la Iglesia y la
Liturgia: Sacrosanctum concilium (=SC). Núm.2: En efecto, la liturgia, por medio
de la cual “se ejerce la obra de nuestra redención”, sobre todo en el divino sacrificio
de la eucaristía, contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y manifiesten
a los demás el misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia.
En efecto, este precioso texto muestra la liturgia como “obra” donde se construye
la Iglesia (como afirma el adagio medieval recuperado por Henry de Lubac S.I., “la
Eucaristía hace a la Iglesia”), es la liturgia en cuanto fuente de la vida y actividad de
la Iglesia, algo sobre lo que el Concilio volverá a insistir (Lumen Gentium = LG 11).
Pero también podemos leer esta cita de SC 2 en sintonía con SC 41 que afirma: … es
necesario que todos concedan gran importancia a la vida litúrgica de la diócesis en
torno al obispo, sobre todo en la iglesia catedral,
persuadidos de que la principal manifestación de la
Iglesia tiene lugar en la participación plena y activa de
todo el pueblo santo de Dios en las mismas celebraciones
litúrgicas, especialmente en la misma eucaristía, en una
misma oración, junto a un único altar, que el obispo
preside rodeado por su presbiterio y sus ministros . Texto
que conecta con todo el contenido de LG 26.
16
Lumen Gentium n. 26: El obispo, cualificado por la plenitud del sacramento del
orden, es el “administrador de la gracia del sumo sacerdocio”, sobre todo en la
eucaristía que él mismo celebra o manda celebrar y por la que la Iglesia vive y se
desarrolla sin cesar… En toda comunidad en torno al altar, presidida por el
ministerio sagrado del obispo, se manifiesta el símbolo de aquel gran amor y de “la
unidad del Cuerpo místico sin la que no puede uno salvarse”.
La realidad de la Iglesia sería inabarcable, tanto por su extensión (catolicidad)
como por su complejidad interna (realidad divino-humana), pero en la celebración
eucarística se deja ver y se da a conocer. Pero este ver la Iglesia en cada eucaristía,
singularmente en las presididas por un obispo, no es tan simple.
Hay que aprender a vivir la Eucaristía.
Comentando más arriba el texto de SC 2 hemos señalado la capacidad de
impresionar que puede tener la liturgia, moviendo a
algunas personas a llegar a hacerse católicos. Pero la
liturgia que puede provocar desde su verdad y belleza
estos efectos reclama por lo general para libar su
fecundo y nutritivo néctar una iniciación y formación.
Para que la Iglesia se conozca a sí misma
celebrando, madure y crezca en la sucesiva
participación litúrgica fructuosa, se requieren
actitudes y capacitación y un saboreo orante de los
dones y experiencias recibidas (vid. SC 14c y 18-19). En este punto la adoración
eucarística puede ayudar enormemente a este saboreo de las celebraciones.
Apoyada en la presencia real, sustancial y permanente, se ve enriquecida
enormemente por el saboreo de las lecturas de la Misa y por la consideración de los
textos o ritos empleados, que pueden contemplarse a la luz de la presencia real del
Señor Jesús.
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Preguntas para el diálogo y la meditación:
¿Me he planteado alguna vez que el nivel de mi participación en la eucaristía es
termómetro de mi nivel de adhesión a la Iglesia?
¿Qué hago para mejorar cada día la calidad de mi participación en la santa misa?
Formación, preparación, atención.
¿Fomento y aporto lo que puedo para dignificar y embellecer las celebraciones
litúrgicas como epifanías del misterio de la Iglesia que tienen que ser?
Transcripción del tema de reflexión de marzo del boletín Velad y Orad que edita el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna de España de Málaga, pág. 16 y 17.