En esta ocasión coloco el comentario antes que el propio texto evangélico, este comentario aparece en la página Diócesis de Málaga del día 7 de abril del 2020.
Comentario al Evangelio del Martes Santo 2020, por Rubén
Camacho, licenciado en Historia y grado en Ciencias Religiosas.
“Uno de vosotros me entregará”
La tensión se palpa en el ambiente de la Última Cena. La
traición aparece. Dos traiciones aparecerán esa noche: Judas y Pedro. Dos
maneras de traicionar, dos debilidades humanas puestas a la vista. Juan nos
narra de manera detallada la escena. Ante el anuncio de Jesús, que alguno de
ellos lo va a entregar, la perplejidad es total. Judas marca la debilidad en
estado supremo, entregando al Hijo de Dios. Pedro, en cambio, le traiciona de
otra manera, pues le negará tres veces.
La Pasión de Cristo no comienza con el beso de Judas, sino
aquí, cuando Jesús sabe que va a ser entregado. Jesús ha tomado la iniciativa,
y anuncia la traición. La noche, la oscuridad de Satanás, queda especificado
por el evangelista cuando Iscariote abandona el Cenáculo. Mientras Jesús se
entrega a si mismo, uno de los Doce le entrega por la traición. Dos entregas:
una de traición y otra de redención. La amistad entre el grupo tiene una
escisión; alguien se está alejando. Estos gestos y hechos los podemos equiparar
a nuestra sociedad, a pesar de haber pasado casi dos mil años.
Con la ayuda de Dios, no solo por nuestro esfuerzo,
podremos luchar contra nuestras limitaciones, contra nuestras debilidades. De
ahí hay que ver que la confianza es fundamental en nuestra vida. Pedro dijo que
daría su vida por el Maestro, pero el gallo cantó, y ya lo había negado tres
veces. Jesús vio también la traición de Pedro. Las negaciones fueron más
rápidas que el anuncio de su vida por Jesús. Por todos ellos, Jesús también
sufre. La diferencia de estas dos traiciones es que la de Judas es el fin de su
vida terrenal, mientras que para la de Pedro supone el inicio de su misión.
Pedro tendrá una vida nueva, el comienzo de su misión evangelizadora. El
Cenáculo marca el inicio de la pasión del Señor. El Cristo de la Agonía se entrega a Málaga el
Martes Santo en su Estación de Penitencia
SAN JUAN 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos,
se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os
digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no
saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa
en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo
decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
«Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el
Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
«Lo que vas a hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como
Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo
necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de
noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es
glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en
sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.
Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
“Donde yo voy no podéis venir vosotros”».
Simón Pedro le dijo:
«Señor, ¿adónde vas?».
Jesús le respondió:
«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más
tarde».
Pedro replicó:
«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por
ti».
Jesús le contestó:
«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo:
no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».