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miércoles, 24 de junio de 2020

SAN JOSÉ, PATRONO DE LA VIDA COTIDIANA. Por Luis Comas Zavala.

El sueño de San José de Vicente López Partaña, Museo del Prado (cuadro no expueto)
A finales del presente año se cumplirán 150 años de la proclamación de san José como patrono de la Iglesia universal (1)*, por el papa beato Pío IX. En el 500 aniversario de esta proclamación, el papa Benedicto XV publicó el Motu propio “Bonum sane et salutare”, de fecha 25 de julio de 1920, en el que destaca el incremento del culto al esposo de María por “la aparición de una no interrumpida serie de Institutos que indican que el culto al santísimo Patriarca está sensiblemente creciendo entre los fieles cristianos hasta nuestros días”. De igual modo, insiste en que, debido a las graves y dramáticas consecuencias de la primera guerra mundial, ”al contemplar de cerca las acerbas penalidades que afligen hoy al género humano parece que debemos fomentar mucho más intensamente en el pueblo este culto y propagarlo más extensamente”.

El papa Benedicto XV señala tres aspectos de la vida cotidiana de los hombres en los que san José ejerce un importante patrocinio: el trabajo, en especial de quienes lo realizan en situación de mayor modestia, la vida de familia y la protección de la buena muerte. En estos tres aspectos cabe sintetizar la vida de cualquier cristiano. La protección de san José sobre la Iglesia universal se concreta, por tanto, en el caso de cada fiel, en los distintos avatares de su vida cotidiana. La llamada a la santidad de cada cristiano, conlleva un llamamiento de fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios. A ejemplo de nuestro modelo, el Patriarca José, debemos hacer aquello que Dios quiere de nosotros.
Un autor (2)*, en su amplia obra josefina, muestra que “san José, custodio paterno de María y del Hijo de Dios, cabeza de la familia de la que, por designio divino, había de surgir la universal familia de los Hijos de Dios que es la Iglesia, tiene confiada a su solicitud y protección paterna a toda la Iglesia”. Al santo Patriarca, por tanto, debemos “sentirlo cada día presente en nuestra vida cotidiana; es decir, en toda nuestra vida, en la familia, en el trabajo, en las alegrías y en las penas, en las dificultades y en las soluciones providenciales de las mismas, que cada día sentimos; en la disposición confiada para la buena muerte por la que esperamos pasar a la vida eterna”. Así cabe expresar el pleno sentido de nuestro culto a san José, patrono de la vida cotidiana.
Por eso, el Papa exhorta, en su Motu propio:
“aprendan todos en la escuela de san José a mirar todas las cosas que pasan bajo la luz de las cosas futuras que permanecen y, consolándose, por las incomodidades de la humana condición, con la esperanza de los bienes celestiales, a encaminarse hacia ellos, obedeciendo a la voluntad de Dios”.
Esta exhortación papal, dirigida a todos los obispos del orbe católico, concluye con la petición de que los fieles imploren “el auxilio de san José, tanto más insistentemente cuanto es más adverso el tiempo a la causa cristiana” y muestra además, cómo la Sede Apostólica “ha aprobado vario modos de venerar al Santo Patriarca, ante todo, cada miércoles del año y por un mes entero determinado”. Por tanto, expresa el anhelo de que “se practiquen todos ellos, de ser posible, en todas las diócesis”.

1. La Lámpara del Santuario (4a época) No 12 (1/04/2018) pág. 20
2. Francisco Canals Vidal. La Montaña de San José (marzo-abril 1987)


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