Celebramos la vigilia de diciembre el 16 y 17 de de este mes, tiempo de Adviento, en el Oratorio de las Penas, la intención de la misma por la Paz en el Mundo.
Presidió la Sagrada Eucaristía el Reverendo D. Adrián Troncoso García, presbítero de esta diócesis y que nos acompañó tanto en el tema de reflexión donde nos deleitó con sus comentarios y orientación, nos propuso también que releyéramos los libros de San Manuel González que nos servirán para mejorar en el tema tratado, como durante toda la vigilia hasta su conclusión con la Bendición con el Santísimo y Reserva, cantando por último la Salve Regina a María Santísima.
Nuestro adorador Rubén Fernández Camacho, Vocal de Liturgia del Consejo Diocesano, hizo de maestro de ceremonia, hizo la primera lectura y salmo durante la Santa Misa.
Tuvimos la gran suerte de que nos visitase y compartiera la vigilia el nuevo Presidente del Consejo Diocesano nuestro hermano en el Señor, D. Gregorio Chamorro Sierra con la intención de ir conociendo a los diferentes turnos de la Diócesis malacitana.
En el turno de reflexión previo tratamos sobre la Eucaristía, vida y salvación del mundo.
"Yo soy el pan vivo (...), es mi carne la vida del mundo", es palabra del Señor en Cafarnaúm que nos da el remedio para todos los problemas del mundo, clave para comprender la importancia tan fundamental de la Eucaristía.
Evidentemente seguimos el Manual por Adviento, siguiendo el rezo de las horas, previamente se hizo la oración de presentación de adoradores, el turno de vela, las preces expiatorias y las completas, tras la cual, como ya he dicho, Don Adrián dió la bendición con el Santísimo y tras la Reserva se le cantó la Salve a la Virgen María.
Me brota del corazón un poema bello recito mis versos a un rey; mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente: es tu gala y tu orgullo; cabalga victorioso por la verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. Tus flechas son agudas, lo pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, oh Dios, permanece para siempre, cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, alóe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
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