Es buen momento para
reflexionar sobre el papel de los políticos cristianos. De quienes se dedican a
la política y fueron bautizados en la fe cristiana. Y especialmente sobre
aquellos que tienen una práctica cristiana. Una praxis que no debe tener
compartimentos ni comportamientos estancos.
¿Cuántos de los nuevos parlamentarios son
cristianos? Probablemente una inmensa mayoría. ¿Cuántos practican
su fe? Quizá más de los que se piense. Podría llegar a
sorprender. Como sorprendió que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en
su declaración de la renta pusiera la equis en la casilla de la Iglesia
Católica y en la de otros fines sociales.
Todo es posible en un mundo donde lo políticamente
correcto condiciona muchos comportamientos. Y consecuentemente prejuzga
la acción de terceros. Desgraciadamente, esto de la corrección política,
para algunos imprime carácter. De pensamiento, palabra, obra u omisión.
Hasta el punto de que son activistas de lo que toque defender en cada momento.
Olvidan que hay aspectos que siempre y de manera estable hay que defender,
proponer y aterrizar. Desde el respeto a las legítimas diferencias es
necesario ser valientes en materia pública. Cuanto más se
escuche el clamor del pueblo cuanto más se respete la dignidad humana mejor
será para todos.
Desgraciadamente no siempre es así. Personal o
socialmente hablando. Basta acercarse a temas sensibles como la
interrupción voluntaria del embarazo, el desempleo, la pobreza infantil,
la igualdad entre hombre o mujer, la aceleración del proceso de muerte, los
desahucios, la corrupción, la educación o la inversión en investigación
científica. ¿Dónde están los políticos cristianos en estas materias
cuando un Parlamento aprueba u orilla leyes que tocan de lleno estos
temas? ¿Prefieren ajustarse a la disciplina del partido obviando los
preceptos que emergen de la fe? La Sagrada Escritura afirma que hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres. Y esto es serio. Máxime
para quien ha conocido el Evangelio.
El cristianismo ni
contempla el aborto, ni la eutanasia ni la omisión en materia de investigación
y desarrollo. Tampoco da la espalda al parado, a los pobres, al
desahuciado o a un futuro para nuestros jóvenes y niños. Por poner algunos
ejemplos. Conviene repensar qué incidencia real tiene la fe en la
vida de los políticos cristianos. Más allá del lugar en el arco
parlamentario que se sitúen. Porque conviene recordar que el cristianismo
no es derechas ni de izquierdas.
Es de Jesucristo.
Rafael J. Pérez Pallarés es sacerdote
diocesano y Delegado Diocesano de Medios de Comunicación. Todas las mañanas
presenta y dirige el programa de Canal Sur Radio y Radio Andalucía Información
“Palabras para la vida”, un programa fruto de los acuerdos entre RTVA y los
obispos andaluces.
Interesante artículo que aparece en el Portal Diócesis de Málaga en blogs de opinión, en este caso HOJAS DE HIERBA con fecha 1/2/2016
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